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EL HIPÓDROMO DE LA VIDA

La Carrera de la Muerte


THE RACE TRACK, 1895
Albert Pinkham Ryder

En el ruedo de la vida todos somos jugadores, corredores, perdedores...

Escucha el disparo de salida, grita, llora, abre los ojos por vez primera, ya puedes correr...

No te engañes, ni tengas fe, ni des cabida a la esperanza en tu seno, porque sólo hay un sentido al que tirar, todo horizonte es ficticio, inalcanzable, y por supuesto toda meta inexistente; tú y sólo tú, y un averno circular en el que dejar los huesos mientras corres...

Mírate bien, mírame bien, apuesta aquí tus sueños, que todos los has de perder, porque mis piernas son esas pezuñas que galopan; las pezuñas de la muerte, porque mis brazos son esa guadaña que anhela en vilo; la guadaña de la muerte, porque mis ojos son esos puñales negros que no perdonan; los puñales de la muerte...

¿Cómo ganar la carrera a la muerte? ¿Cómo ganarme pues la zancada a mí mismo si mi mente, mis venas, mi piel son... si todo yo no soy sino la esencia misma de la muerte?...

© JIP

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