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tannhauser

DEL INSOMNE Y SUS MISERIAS

¿Cuántos de vosotros recordáis vuestros sueños? Apuesto a que unos cuantos. ¡Qué afortunados!... o ¡qué desgraciados!... Quién sabe…

Yo, por ejemplo, sueño muy poco, o al menos soy poco consciente de mis sueños, tanto, que apenas alcanzo a recordar nada de ellos una vez he despertado, simplemente se evaporan al instante, como un salpicón de agua en acero candente.

La Pesadilla de Henry Fuseli, 1790-1791


Recuerdo que hace cosa de ocho años tuve el peor sueño de mi vida, el más espantoso. Era media tarde, estaba sesteando y hacía un calor horrible. Cuando conseguí despertar estaba empapado en sudor frío y el corazón me retumbaba en el pecho cual martillo neumático enloquecido. Del sueño en sí sólo conservo una imagen; una cúpula semiderruida, coronada por una media luna de metal o plata, muy brillante, y todo, absolutamente todo, la luna, la cúpula, el cielo, sangrando a borbotones. No recuerdo nada más, y lo mejor -o lo peor- es que no necesito hacerlo para saber que aquello fue lo más terrorífico que tenido en mi mente jamás, porque lo primero que me vino a la cabeza nada más abrir los ojos fue que seguía muerto... todo y haber despertado... Una sensación verdaderamente indescriptible. Una hora entera después, mientras intentaba recordar qué diablos de enajenada telaraña había tejido en mi mente, todavía sentía miedo… sentía un pánico terrible a la noche que había de llegar, porque tenía la viva impresión de que aquella pesadilla iba a volver a mi cuerpo para acabar el trabajo que había dejado a medias…

Así que mejor no haber conseguido recordar nada de aquello jamás… imaginad qué espanto… pensadlo bien… esas imágenes terribles, ahí, en tu cabeza, en tu memoria, en tu día a día, taladrándote inmisericordes… Si los sueños se dan a nivel inconsciente por algo será… ¿no?...

Claro que toda cara tiene su cruz, y si gracias a Dios o Satán o quién narices sea te ahorras los escalofríos, los malos tragos oníricos, acabas también por perderte lo bueno del asunto, esto es, los felices sueños, esos que de vez en cuando alguien te desea antes de irte a la cama, alegrándote el día, y que suelen estar hechos de formas dulces y claras, de sonrisas y tactos suaves, de tonos azules y verdes, y olores frescos, tiernos, y también, por qué negarlo, de sexo vivo, pasión salvaje y pulsiones subterráneas… Y es que ya se sabe, cada cuál arrastra sus particulares maldiciones…

El Sueño de la Razón Produce Monstruos de Francisco de Goya, 1797


Y esta perorata inmunda que estoy soltando viene a cuento de una de las mías, la del insomnio, porque esta es ya la tercera noche en dos semanas que no he conseguido pegar ojo ni un jodido segundo, y como en algo hay que invertir el tiempo hasta que se haga la hora de ir al curro, pues aquí estoy, disertando sobre lo que sueño y lo que me gustaría dejar de soñar, yo, que últimamente ni puedo simplemente dormir, a secas…

Suerte que se me da muy bien soñar despierto, y para esos onirismos sí tengo buena memoria, y además también lápiz y papel siempre a mano, por si acaso…

Desde Reus, cuna de todos mis desvelos, 06.15. A.M.

© JIP

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