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tannhauser

Tufoman Vs. Vampiro Wireless... ¡Coming Soon!



La biblioteca pública, ese sitio al que la gente acude a todo menos a leer. Antes verás a un par de tórtolos sobeteándose las bajuras y lengüeteándose las alturas que a un tipo leyendo un libro. Quiero decir "un libro". Un solo y triste y puto libro en condiciones.

Fauna para todos los gustos: estudiantes que odian a sus padres porque no les pudieron pagar universidad privada, lectores de periódicos por el morro, huérfanos de conexión de banda ancha, corsarios de deuvedés, melómanos piratas, inmigrantes que como no conocen el idioma -ni ganas que tienen, ya se encargarán los politicastros de traducirles al árabe los rótulos esenciales sólo por política y electoralista corrección- se dedican a armar barullo y tocar los santos cojones. Aquí se viene a pasar los apuntes a limpio; a chismorrear con la Vero que esta mañana el Joshua me ha tocao una teta y yo le he metio la mano en el calzoncillo, tíaaa!; a mirar las fotos del príncipe y la Pantoja en la Lecturas; a completar la discografía de Chimo Bayo... También a actualizar el blog, por supuesto.

Hasta hace veinte minutos tenía ante mí a una chicuela super mona y de tipito genial, con un peinado de lo más fashion, unas tetitas picudas y golosas bajo el suéter a cuadros, y labios carnosos y apetecibles, de los de enviarte directo al calabozo por escándalo público. Así no había manera de escribir. Me he puesto a mirar el correo, ojear algunas páginas; sacrificar el tiempo a medio camino entre la histeria y una brutal erección. De cuando en cuando levantaba la vista, estaba enfrente; no tenía más que alzar los ojos por encima de la pantalla del portátil y me los encontraba, sus labios hipercárnicos o sus tetines joviales, en función de mi ángulo de descaro. Estaba ella tan metida en su pantalla que no se daba cuenta de mi estupro visual. De vez en cuando la escrutaba, este pedazo de cara, aquél de brazo o muñeca desnuda, éste de pecho vestido pero cierto, y acto seguido desviar la cabeza, a babor o estribor, igual daba, no fuese a apercibirse de que la estaba violando con la mirada. Luego la ha llamado alguien, probablemente el maromo, porque han como discutido por teléfono y eran esa clase de mohines y reproches que sólo se tienen con el compinche de cama. Ha recogido los bártulos echa una hidra y se ha marchado. Cuando se ha dado vuelta para enchaquetarse el tronco menudo he aprovechado para ojearle profusamente y en profundidad su soberbio culo de añiles tejanos. Menos mal que se marcha, pensé tonto de mí, ahora podré escribir algo, y fue desaparecer por la puerta acristalada, atento yo a sus andares de temprante emulsión de textiles epidermis, y aparecer este pavo cabrón que ahora tengo delante, justo donde estaba ella, Miss Tetitas Picudas me da por rebautizarla justo ahora que se evapora de este relato.

Os presento a Pestífero, de ahora en adelante os dirigiréis a él como Pestífero o Sr. Pesteman, auténtico terror de mis napias. Yo a Pestífero ya lo tenía sufrido de una tarde no muy diferente de ésta, en la que se me sentó al lado, amargándome de forma semejante la pituitaria, revolviéndome hasta tal punto el estómago, que al final renuncié a lo que estaba haciendo, así como a la castaña carrillos casita de chocolate que tenía delante, muy mona ella también, aunque no tanto como Tetillas Golosas. Me las piré de allí, es decir, de aquí, porque hasta la mesa fue la misma, o sea ésta. Desde entonces lo había vuelto a videar un par de veces, al Sr. Pesteman, deambulando por aquí, dándoselas del Reverso Tenebroso de la Fuerza de un Air Wick, y fue verlo y apuntarme voluntario a la primera expecición que partiese hacia Cabo de Hornos, porque si ya me molestaba verlo, al tipo, lo último que quería en esta vida era también "captarlo", esto es, caer noqueado ante su fetidez en tsunami. Menudo pestucio, amigos, una mezcla incombatible de rémora a sobaquina y fritanga de cebollas rancias. Hitler hubiese impuesto el alemán en Arizona con cien Pestemanes como éste...

¡Por Dios! Es que no hay nadie que le diga a este estudiante de qué sé yo qué -no quiero ni imaginar qué clase de inhumana tortura ha de ser compartir aula con semejante individuo-, que las flores se mueren a su paso, que no le hace falta ni el caballo, la hierba no vuelve a crecer ni aunque pise de soslayo, y Atila se le queda mirando, igual que un Da Vinci tomando apuntes del natural en un cuadernillo, por ver si puede enseñarle algo nuevo. Y lo peor es que puede, vaya si puede, este mamonazo... ¿Es que no tienes familia, tío? Padre, madre, no sé, que te diga, hijo mío, cariño, que tienes ya 30 años y los huevos negros, por lo que más quieras... ¡date un baño de una puta vez!... Novia, cómo ves, ni pregunto, aunque tendría que consultar qué porcentaje de anósmicas tenemos, por ver si tienes probabilidad estadística de pillar cacho...

¡Acaba de suceder algo insólito! Hacía tiempo que quería hablar de Vampiro Inalámbrico y mira tú por dónde Mr. Pesteman va y me regala la oportunidad. Vampiro inalámbrico es otro clásico de esta biblioteca. Vampiro Inalámbrico -Vampiro Wireless si es que sois nerds irredentos o leéis desde Gibraltar- no duerme en la biblioteca porque no le dejan, pero anda haciendo gestiones para que le pongan un catre y una escupidera en el almacén más cercano al cagadero. Vampiro Inalámbrico está cada puñetero día, sin falta, a las diez de la mañana en la puerta, esperando que abran, es el primero en entrar y el último en irse. Lo verás siempre aquí, adherido a su portátil como adolescente a grano pajero, y si no lo ves es porque está por ahí, fumando en la calle o cascándosela en el lavabo, pero su portátil, ése sí, ocupará siempre media mesa y un enchufe libre. Porque Vampiro Inalámbrico no come ni bebe ni caga, se alimenta del internet gratuito mensualmente apoquinado por el humilde ciudadano... Pues bien, ver para creer, tal es el gas tóxico que desprende esta humana masa de antihigiénicas costumbres que conocemos por Pertífero que, atención atención -redoble de tambores, triple mortal sin red y con tirabuzones-, ¡Vampiro Inalámbrico acaba de renunciar por voluntad propia a su diaria dosis de conexión por la jeta!, se ha pirado con cara de malas pulgas y lanzando miradas envenenadas a Mr. Peligro Biológico. Inaudito.


Ya sé que habrá quien piense que me paso tres pueblos, quien incluso afirme que me lo estoy inventando; bueno, bueno, estáis en vuestro derecho, qué duda cabe..., ¡pero sólo yo estoy aquí aguantando a este cabronazo apestador! ¿Si fuese un protagonista de Mystery Men cuál sería? Lo tengo claro: se llamaría Tufoman y su poder estúpido y letal sería el ántrax directamente expelido desde sus axilas...



No obstante, como a veces, sólo a veces este puerco mundo observa algún resquicio de justicia poética, he comprobado en mis estadísticas que algún pobre incauto entró aquí después de escribir "cosas que hacer en Reus a mediodía" en el google. Me parto... No pudo escoger "mejor guía", la verdad, eso le pasa al tiñalpa por venirse hasta aquí a hacer turismo, le está bien empleado. Si quieres puedes venirte a la Biblioteca Municipal, Xavier Amorós de nombre, para más señas, más o menos entre las tres y las seis de la tarde, márcate un garbeo por la zona de conexión wifi, verás qué aroma, verás qué gusto, veras qué buen recuerdo te llevas de la ciudad de la Rosa y el General Prim...

Una pequeña venganza que me cobro a cambio de soportar este hedorífero calvario.

Y ahora, sin más dilación y si me disculpáis, dejo a este amo de lo guarro con su peste y me marcho a pedirle prestado a Terry Gilliam parte del atrezzo de 12 Monos, a ver si me procuro una honda ducha desinfectante a base de cal y cepillo de caballo o sosa cáustica sin rebajar...


3 comentarios

Javier -

Child, no creas que no pensé mientras escribía que no tardaría en venirme alguno con lo del ¿y yo qué?... Intento darte -daros- una respuesta en el próximo o próximos posts...

Yume, si usted aguanta a Tufoman yo soporto mal que bien a Vampiro Wifi, lo odio a muerte desde que habiendo llegado yo antes al último enchufe libre, mientras me quitaba la chaqueta y sacaba los bártulos, llegó él después y, viendo la situación, ni corto ni perezoso, sacó corriendo su transformador de la bolsa y fue que se las peló a enchufarlo. De vuelta de semejante judiada encima me miraba como si pretendiese ser una suerte de Burt Reynolds disminuido y abortivo, al fin ganador de la Cannonball.

En fin...

yume -

yo trabajo con un supervillano de semejantes características... al principio es duro, pero luego le aseguro que sólo me entero porque la gente me pregunta: "¿cómo puedes estar en el mismo despacho que ese tipo?"

child in time -

Ciertamente la biblioteca que frecuentas es más una reunión de espantajomanes que otra cosa. Casualidades de la vida que la película que tú nombras, "Mistery Men", me encantó. Entre otras cosas por cargarse al verdadero súper héroe cuando iban a salvarlo; y también por ése final dedicado a los verdaderos héroes de esta puta sociedad: todos aquellos que a diario curran como animales sin más satisfacción que un botellín a la salida del curro. A veces ni eso. El caso es que una vez clasificados todos los que frecuentan tu misma biblioteca me preguntaba por ti. Porque todo hay que decirlo, tú estabas allí, junto a ellos, inmerso en el súper grupo. Así que no te puedes escapar, man. Habría que verte: cojo, en el paro, con mala hostia y dándole a las teclas. Por aquello de que te gusta la literatura yo te aproximaría a "La Esfinge" Un ser tremendamente misterioso.
"No observa lo que cuenta. Cuenta lo que observa". Algo así. No estoy muy seguro.