Kamikaze
Sentarse a oscuras y en silencio frente al teclado, alumbrado únicamente por el resplandor de la pantalla, es ensayar la última noche, prefigurar los pensamientos postreros. Sientes cómo se acaba la realidad en cierto modo. "Conque será algo parecido a esto", lo presientes. Pienso en todo lo que he escrito, todo lo que no he sido capaz de acometer. Lo primero todavía no ha conseguido salvarme el pellejo mientras lo segundo sí en cambio es todo lastre; no deja de hundirme un poco más hondo cada segundo. Quizá no haya tiempo más que para epílogos, cuando todo lo de antes, la obra, la vida, aún por salir, se resiste; pocos como yo tan especialistas en llegar tarde. Me pregunto si algo salido de mí le ha servido alguna vez a alguien. Resulta difícil hacerse a la idea. Sobre todo cuando caes en la cuenta de que toda palabra fue desde el principio un intento encubierto de derribarte. Derribarme. Y al final lo he conseguido. Ten cuidado, escritor, tu ficción puede matarte. ¿Hubiera sido más feliz callando, atando corto mis manos? Cuánto de mí quedaría si no me hubiese construido hasta aquí línea tras línea, grito a grito, diez o más palabras sobre cada llanto. Irreconocible, desfigurado. Quizá con una brillante mata de pelo, cualquiera sabe... En todo caso apenas yo, muchos otros, eso sí, y tantos, tantísimos, rebasados los 60 años, puede que hasta sonrientes, con mujer e hijos, nietos para los que inventar batallas, pues la vida hasta allí fue un aburrido río de aguas deletéreas, espinosas, mas no finales. Pero apenas yo, ni sombra siquiera del que ahora teclea en la oscuridad para la nada. Para el recuerdo, que es a la larga tan olvidadizo, a veces ni eso. Habiendo mordido el polvo tantas veces, sabiéndome exiliado ya de casi todos los tronos, me queda el mínimo júbilo de haberme vertido aquí, derramado sangrante y escrito sobre esta poca vida que página a página yo mismo me he ido recortando. Así que poco importa si he ayudado o no a ninguno de vosotros. Lo mismo que si os he dañado: nada. Nada tampoco el que toda esta corriente este llegando por fin a la cascada, ese odio de aguas. Preguntarse por un yo probable es perder el tiempo con un alguien distintísimo de mí: simulacro deslustrado . Ahora y aquí esto es lo que hay. Aquí cuanto he escrito. Esto soy. No podría haber sido de otra manera...
3 comentarios
laceci -
:)
Woswis -
Tú te lo dices todo, amigo.
noemi -