DONNIE DARKO O LA MENTE DESGARRADA COMO MÁQUINA DEL TIEMPO.
¿Cuántas veces en la vida nos hemos dejado seducir por el ejercicio del What If"?, ¿y si hubiera hecho esto o aquello, o hubiese dejado de hacer esto otro o lo de más allá? Sabemos que es un absurdo, que no tiene sentido porque lo hecho, hecho está y no se puede cambiar, pero aun así seguimos cayendo en esa erótica profunda y mesmerizante de la máquina del tiempo que tanto, desde antiguo, hemos anhelado y que siempre nos fue esquiva.
Nuestra mente, el cerebro humano, que tantas potencialidades ignotas alberga todavía y tan desconocido se nos presenta a estas alturas de Humanidad -¡y por cuánto!- es, si lo miramos bien, una singular máquina de tiempo.
A través de la memoria nos conduce al pasado, a nuestros recuerdos, a esos pedazos de vida dejados atrás, dulces y agrios, de todos los colores, y sobre los que muchas veces volvemos voluntariamente, pero que también muy a menudo, nos asaltan de forma insospechada, como una pantera emboscada en pos de su presa. Incluso llega un momento en la vida, cuando los años se amontonan embarullados sobre nuestros huesos, como platos sucios en un fregadero viejo, en que el alma no hace sino ejercitar sus debilitados músculos en la máquina del tiempo de la remembranza, sin duda intuyendo el advenimiento del ocaso.
El futuro, o mejor dicho, los futuros, se encuentran en cambio en nuestra imaginación, en nuestra capacidad de elaborar hipótesis de porvenir. A cada instante construimos enteros y altos edificios en torno al futuro según los concretos cimientos del presente, tirando líneas potenciales sobre el firme de nuestro camino en la esperanza de direccionar nuestros pasos hacia el mejor de los destinos posibles. Y cada una de las decisiones que tomamos, cada uno de los actos que llavamos a cabo, derriba todos esos edificios menos uno, y al mismo tiempo levanta otros tantos infinitos, como estrellas -¿cómo universos?- Y con lo frágil que es nuestra vida, cualquier vida, con la cantidad de cosas y fenómenos menudos que serían capaces de acabar con nuestro sueño de aliento en un instante, seguimos, mientras nos es dado vivir, pedaleando incansables en la maquinaria mental manufacturadora de múltiples e hipotéticos futuros.
Pero existe una posibilidad menos explorada, incógnita, a todas luces terrible, pero reveladora, en su condición de loca teoría, de una turbadora verdad. ¿Y si nuestra mente tuviese el poder de viajar al futuro concreto?, es decir, no a ninguna hipótesis de porvenir sino al porvenir mismo, que nos aguarda en la distancia. La insólita película de Richard Kelly, Donnie Darko, explora esta posibilidad proporcionándonos algunas claves el respecto a través de su protagonista, Donald Darko, un adolescente preunivesitario de mente, en apariencia, desequilibrada. Retraído, apocado, extremadamente inteligente y sensible, también sonámbulo, Donnie presenta tendencias netamente esquizoides y paranoicas. Y tanto es así que, desde hace bien tiene poco tiene alucinaciones con un extraño e inquietante personaje, Frank, una silueta ataviada con un disfraz y una extraña máscara, plateada y siniestra, de conejo, en las que le anuncia el fin del mundo para el día de Todos los Santos de 1988. La misma noche en que Donnie recibe tan funesta revelación, se salva de morir aplastado por el motor caído desde un avión en su propia habitación, precisamente por haber salido de casa sonámbulo, acudiendo a la llamada de su alucinación. He aquí un dato vital; ¿un punto de inflexión?
Porque a partir de aquí y hasta el día del anunciado Juicio Final, Donnie entrará en una espiral de alucinaciones constantes con Frank, cada vez más peligrosas, mientras su comportamiento consciente muestra una insociabilidad creciente. Bajo el mandato de Frank, su nuevo amigo, Donnie inundará el colegio y quemará la casa de una especie de telepredicador sectáreo y pornófilo infantil, pero conocerá también el amor, mientras elabora, gracias al libro publicado años atrás por una vieja loca del lugar, la Abuela Muerte; "La Filosofía de los Viejes en el Tiempo", su particular teoría acerca de la posibilidad de viajar físicamente en el tiempo, actuar sobre el futuro o incluso sobre el pasado.
Tras el acelerado y sincrético desenlace del film, uno podría pensar que, durante todo el metraje, al igual que ya pasaba con el dickiano "Desafío Total" de Paul Verhoeven, no hemos estado contemplando sino el desarrollo de un sueño, o, en este caso, de la alucinación paranoide de una mente, la del chaval Darko, totalmente desquiciada, por entero disociada de la realidad y que precisamente ésta, la dura y pura realidad, es que él murió 28 días antes del 1 de Noviembre de 1988, aplastado en su habitación por el motor de un avión caído misteriosamente del cielo. Pero también podríamos, en cambio, llevar hacia delante la posibilidad contraria. ¿Y si Donnie, en su enfermedad, en su esquizofrenia alucinada, no fue testigo a lo largo del film más que de su propio y concreto futuro? ¿Y si su mente enferma, a través de mecanismos desconocidos, esquivos a la medicina y la psiquiatría modernas, hizo las veces de máquina de tiempo y sirvió a nuestro personaje sus próximos 28 días de vida al completo? Y en tal caso, sabedor de lo que le esperaba, decidió terminar voluntariamente su vida, quedándose esa noche en su habitación a morir, pensando así, no sólo que cerraba cualquier posibilidad de Apocalipsis, sino, mucho más importante, que salvaba la vida de su enamorada al abrir una nueva posibilidad de realidad en la que su ausencia, su propia muerte, posibilitaba la de ella y cambiaba sensiblemente la del resto de seres del Universo.
El cerebro humano, en su increíble secreto, escondería, pues, la clave de actuar sobre nuestro futuro, modificar un destino que, al tiempo, ya no sería tal, pues habríamos pasado de tener una vida escrita -inexistente, vivida y fenecida al mismo tiempo y en todos los instantes del Universo-, como la que ideó Kut Vonnegut para su "Matadero Cinco", a tener un libre albedrío maleable y voluble, moldeable y transmutable, no ya por nuestras acciones y decisiones presentes, sino por nuestra capacidad para ver el porvenir. En este sentido, si dicha potencialidad sería sólo adquirible a través de la enfermedad mental, la esquizofrenia, o incluso si, en lugar de ser un efecto colateral de ésta, sería, antes bien, su finalidad intrínseca, es una cuestión que abordar más adelante, quizá en otro lugar, y sobre la que podríamos discutir no poco.
En cualquier caso, tomando esta hipótesis como cierta, suspendiendo nuestra incredulidad hacia este lado de la balanza, podríamos derivar, por ejemplo, que el todo continuo que denominamos Realidad podría no ser más que una película proyectada en nuestra mente solipsista que, dotados de las herramientas mentales adecuadas, podemos montar a nuestro antojo. Dichas herramientas, durmientes en todos nosotros como potencialidades a aflorar, podrían, no sólo permitirnos actuar a voluntad sobre nuestro destino, sino quién sabe cuántas cosas más y cuánto más increíbles para la ciencia y el pensamiento contemporáneos. Finalmente, incluso elogiando, como hizo Erasmo, a la Locura, deberíamos tal vez reflexionar sobre si las enfermedades mentales que nos azotan son, antes que males, incipientes e incontroladas afloraciones de esos poderes, esas herramientas ocultas que tanto nos habrían de permitir, tal vez incluso superar la humanidad Al fin y al cabo, siempre se ha dicho que no hay nadie más sabio que los locos
Finalizando este hilo en un razonamiento casi enervante y del todo intempestivo, no puedo por menos de aventurar jocoso que tal vez, en algún universo paralelo en el que un adolescente decidió esperar la muerte caída del cielo y alguien exactamente igual a mí NO está escribiendo este artículo, todos los manuales y estudios que en nuestro mundo tratan de psicología y psiquiatría, que intentan abordar, contener y explicar las estructuras de nuestro cerebro, allí abordan sin embargo la fisiología y la tipología de nuestros mentales viajes temporales, y existe en verdad, y se estudia en los colegios, ese libro fantástico y fantasioso titulado "La Filosofía de los Viajes en el Tiempo" de Roberta Sparrow, alias Abuela Muerte.
© JIP
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Nuestra mente, el cerebro humano, que tantas potencialidades ignotas alberga todavía y tan desconocido se nos presenta a estas alturas de Humanidad -¡y por cuánto!- es, si lo miramos bien, una singular máquina de tiempo.
A través de la memoria nos conduce al pasado, a nuestros recuerdos, a esos pedazos de vida dejados atrás, dulces y agrios, de todos los colores, y sobre los que muchas veces volvemos voluntariamente, pero que también muy a menudo, nos asaltan de forma insospechada, como una pantera emboscada en pos de su presa. Incluso llega un momento en la vida, cuando los años se amontonan embarullados sobre nuestros huesos, como platos sucios en un fregadero viejo, en que el alma no hace sino ejercitar sus debilitados músculos en la máquina del tiempo de la remembranza, sin duda intuyendo el advenimiento del ocaso.
El futuro, o mejor dicho, los futuros, se encuentran en cambio en nuestra imaginación, en nuestra capacidad de elaborar hipótesis de porvenir. A cada instante construimos enteros y altos edificios en torno al futuro según los concretos cimientos del presente, tirando líneas potenciales sobre el firme de nuestro camino en la esperanza de direccionar nuestros pasos hacia el mejor de los destinos posibles. Y cada una de las decisiones que tomamos, cada uno de los actos que llavamos a cabo, derriba todos esos edificios menos uno, y al mismo tiempo levanta otros tantos infinitos, como estrellas -¿cómo universos?- Y con lo frágil que es nuestra vida, cualquier vida, con la cantidad de cosas y fenómenos menudos que serían capaces de acabar con nuestro sueño de aliento en un instante, seguimos, mientras nos es dado vivir, pedaleando incansables en la maquinaria mental manufacturadora de múltiples e hipotéticos futuros.
Pero existe una posibilidad menos explorada, incógnita, a todas luces terrible, pero reveladora, en su condición de loca teoría, de una turbadora verdad. ¿Y si nuestra mente tuviese el poder de viajar al futuro concreto?, es decir, no a ninguna hipótesis de porvenir sino al porvenir mismo, que nos aguarda en la distancia. La insólita película de Richard Kelly, Donnie Darko, explora esta posibilidad proporcionándonos algunas claves el respecto a través de su protagonista, Donald Darko, un adolescente preunivesitario de mente, en apariencia, desequilibrada. Retraído, apocado, extremadamente inteligente y sensible, también sonámbulo, Donnie presenta tendencias netamente esquizoides y paranoicas. Y tanto es así que, desde hace bien tiene poco tiene alucinaciones con un extraño e inquietante personaje, Frank, una silueta ataviada con un disfraz y una extraña máscara, plateada y siniestra, de conejo, en las que le anuncia el fin del mundo para el día de Todos los Santos de 1988. La misma noche en que Donnie recibe tan funesta revelación, se salva de morir aplastado por el motor caído desde un avión en su propia habitación, precisamente por haber salido de casa sonámbulo, acudiendo a la llamada de su alucinación. He aquí un dato vital; ¿un punto de inflexión?
Porque a partir de aquí y hasta el día del anunciado Juicio Final, Donnie entrará en una espiral de alucinaciones constantes con Frank, cada vez más peligrosas, mientras su comportamiento consciente muestra una insociabilidad creciente. Bajo el mandato de Frank, su nuevo amigo, Donnie inundará el colegio y quemará la casa de una especie de telepredicador sectáreo y pornófilo infantil, pero conocerá también el amor, mientras elabora, gracias al libro publicado años atrás por una vieja loca del lugar, la Abuela Muerte; "La Filosofía de los Viejes en el Tiempo", su particular teoría acerca de la posibilidad de viajar físicamente en el tiempo, actuar sobre el futuro o incluso sobre el pasado.
Tras el acelerado y sincrético desenlace del film, uno podría pensar que, durante todo el metraje, al igual que ya pasaba con el dickiano "Desafío Total" de Paul Verhoeven, no hemos estado contemplando sino el desarrollo de un sueño, o, en este caso, de la alucinación paranoide de una mente, la del chaval Darko, totalmente desquiciada, por entero disociada de la realidad y que precisamente ésta, la dura y pura realidad, es que él murió 28 días antes del 1 de Noviembre de 1988, aplastado en su habitación por el motor de un avión caído misteriosamente del cielo. Pero también podríamos, en cambio, llevar hacia delante la posibilidad contraria. ¿Y si Donnie, en su enfermedad, en su esquizofrenia alucinada, no fue testigo a lo largo del film más que de su propio y concreto futuro? ¿Y si su mente enferma, a través de mecanismos desconocidos, esquivos a la medicina y la psiquiatría modernas, hizo las veces de máquina de tiempo y sirvió a nuestro personaje sus próximos 28 días de vida al completo? Y en tal caso, sabedor de lo que le esperaba, decidió terminar voluntariamente su vida, quedándose esa noche en su habitación a morir, pensando así, no sólo que cerraba cualquier posibilidad de Apocalipsis, sino, mucho más importante, que salvaba la vida de su enamorada al abrir una nueva posibilidad de realidad en la que su ausencia, su propia muerte, posibilitaba la de ella y cambiaba sensiblemente la del resto de seres del Universo.
El cerebro humano, en su increíble secreto, escondería, pues, la clave de actuar sobre nuestro futuro, modificar un destino que, al tiempo, ya no sería tal, pues habríamos pasado de tener una vida escrita -inexistente, vivida y fenecida al mismo tiempo y en todos los instantes del Universo-, como la que ideó Kut Vonnegut para su "Matadero Cinco", a tener un libre albedrío maleable y voluble, moldeable y transmutable, no ya por nuestras acciones y decisiones presentes, sino por nuestra capacidad para ver el porvenir. En este sentido, si dicha potencialidad sería sólo adquirible a través de la enfermedad mental, la esquizofrenia, o incluso si, en lugar de ser un efecto colateral de ésta, sería, antes bien, su finalidad intrínseca, es una cuestión que abordar más adelante, quizá en otro lugar, y sobre la que podríamos discutir no poco.
En cualquier caso, tomando esta hipótesis como cierta, suspendiendo nuestra incredulidad hacia este lado de la balanza, podríamos derivar, por ejemplo, que el todo continuo que denominamos Realidad podría no ser más que una película proyectada en nuestra mente solipsista que, dotados de las herramientas mentales adecuadas, podemos montar a nuestro antojo. Dichas herramientas, durmientes en todos nosotros como potencialidades a aflorar, podrían, no sólo permitirnos actuar a voluntad sobre nuestro destino, sino quién sabe cuántas cosas más y cuánto más increíbles para la ciencia y el pensamiento contemporáneos. Finalmente, incluso elogiando, como hizo Erasmo, a la Locura, deberíamos tal vez reflexionar sobre si las enfermedades mentales que nos azotan son, antes que males, incipientes e incontroladas afloraciones de esos poderes, esas herramientas ocultas que tanto nos habrían de permitir, tal vez incluso superar la humanidad Al fin y al cabo, siempre se ha dicho que no hay nadie más sabio que los locos
Finalizando este hilo en un razonamiento casi enervante y del todo intempestivo, no puedo por menos de aventurar jocoso que tal vez, en algún universo paralelo en el que un adolescente decidió esperar la muerte caída del cielo y alguien exactamente igual a mí NO está escribiendo este artículo, todos los manuales y estudios que en nuestro mundo tratan de psicología y psiquiatría, que intentan abordar, contener y explicar las estructuras de nuestro cerebro, allí abordan sin embargo la fisiología y la tipología de nuestros mentales viajes temporales, y existe en verdad, y se estudia en los colegios, ese libro fantástico y fantasioso titulado "La Filosofía de los Viajes en el Tiempo" de Roberta Sparrow, alias Abuela Muerte.
© JIP
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11 comentarios
andrea -
JIP -
Saludos.
charito -
J. P. Bango -
JIP -
Yo creo que lo leí en los comentarios de un blog, hace un tiempo, así que no sé qué crédito darle.
En cuanto a los director's cut, suelo desconfiar bastante de ellos, pero bueno, ¡mientras no me cambie el sentido esencial del film!
Saludos
El Charlie -
No he oido yo lo de la secuela. Lo que si ha hecho Kelly es un director's Cut de Donnie darko.
JIP -
También no sé dónde leí hace poco que se pretendía rodar secuela de Donnie Darko (!!!), aunque supongo que,d e ser cierto, su creador tendrá el buen juicio de no meterse en semejante proyecto.
PaRaP -
Echad un vistazo a los argumentos:
http://www.imdb.com/name/nm0446819/
salU2
corsaria -
Saludinos. :)
JIP -
;)
PaRaP -