Entre el Pozo y el Péndulo
El amigo Poe hizo mutis por el foro a los 40 tacos, a medio camino entre la locura y el delirio, enfermo de alcohol y soledad e, imagino, ascorizado de un mundo que lo trató a patadas. Un genio tan jodidamente desgraciado que al palmar redondeando la cifra de sus días, enero del 1809 a octubre del 49, celebra sus aniversarios de muerte y nacimiento el mismo año. Mataremos dos cuervos del mismo tiro. Total, los cuatro gatos negros que le rendimos tributo sabemos que no se le va a leer más por ser bicentenario...
Las efemérides de toda estirpe nos la ponen dura porque forman parte de esa suerte de (des)educación sentimental de magazín y tentetieso que poco a poco nos hemos ido dejando clavar en lo hondo de la retaguardia. Hoy, 200 años de Poe. En marzo lo serán de Larra. Seguro que si nos ponemos a escarbar terminarán por salirnos las cuentas de los 70 del alma culpable, en última instancia, del picnic aquél tan salao, allá por Chernobyl. Matemáticos de barra de bar y sabihondillos de sala de espera, siempre atentos al dato imbécil y la anécdota pusilánime.
Le damos al Tiempo la misma vida que a un chicle en nuestras cariadas ristras de dientes, nos lo pasamos por el forro del aquí y ahora mando yo, "carpe diem" y toda la hostia, cuando en realidad, tontos del haba, somos sus siervos. Él, nuestro Señor. Nuestro Enemigo... En menos que canta el gallo del alba te ha ensartado hasta la rabadilla en su derecho de pernada.
Cinco años escribiendo aquí. Es más de lo que durán muchas condenas. Comparto con los convictos el hábito de la indiferencia. Te acaban por dar igual ocho que ochenta. Igual venga quien venga. A darte palmaditas en la espalda. A llamarte hijo de puta. Tú estás en lo tuyo. Deshojar cada vez con más tino los segundos que separan tu vientre, atado al pozo, del filo agudísimo del último péndulo.
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