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tannhauser

diciembre, dieciséis, cero-cuatro



Ayer noche, Lucy, de Caleidoscopik, me hizo un pequeño gran regalo, la foto que corona este escrito, y lo hizo después de leer mi último Reloj de Arena, así que hoy, no puede ser de otra forma, he de hacer honor a dicho regalo y andar a vueltas con Dios, o dios, o como narices se escriba…

Bueno, ahí está, míralo bien, brazos abiertos, rostro plácido, acogedor, desde la altura, un buen padre, ¿no?, pero no deja de ser un dios de piedra; su carne, su corazón, su alma, todo en él de dura piedra. Resulta difícil imaginarse un tumor creciendo en su roca, que pueda salirle un herpes, o sufrir de hemorroides. No, definitivamente. Él está ahí, un buen padre… de piedra, pero un buen padre, aunque tú siempre estés abajo, lejos de su alcance, de sus manos. Míralo, demasiado alto, siempre demasiado arriba, no puedes llegar a él, por mucho que saltes. Si quieres su ayuda has de dar el gran salto, que siempre es hacia abajo, hacia el infierno; morir y esperar a ver qué pasa. O vender tu alma a la impostura, tener fe ciega en lo improbable, y también ponerte a esperar… Resulta difícil creer en un Dios externo a uno mismo porque con él todas son siempre distancias demasiado grandes, insalvables, y el que apuesta siempre has de ser tú; el propio pellejo en el empeño.

Realmente, ¿qué sé sobre Dios? Lo cierto es que no sé mucho de prácticamente nada. Sócrates sigue triunfando aún hoy. Después de tantos siglos de palabrería y chundarata te das cuenta de que todo estaba ya en él, porque no sólo sé que no sé nada, sino que, quizá lo peor –o lo mejor- es que no puedo aspirar a saber mucho más. Bretona me dijo ayer que ella prefería seguir pensando que Dios y nosotros somos Uno y el Mismo. Y tiene razón. Ella sabe de él tanto como yo, es decir, lo sabe todo, lo sabemos todo… y a la vez no sabemos absolutamente nada. Ahí está la gracia. A cada opción corresponde otra igual y opuesta, su antítesis, y ambas son igualmente válidas. De modo que no sé demasiado, ni de Dios ni de tantas otras cosas, ni podré saberlo, pero eso no implica que no pueda hipotetizar. Ayer se lo decía, a Bretona, le decía, sí, tienes razón, quizá, me gusta lo que dices, pero también me gusta seguir jugando, seguir tirando los dados mientras me quede aliento.

Quiero decir que es divertido. Un día dices que Dios tiene cáncer o un forúnculo, lo que sea, y que ese forúnculo se llama Humanidad. Al día siguiente en cambio puedes decir que Dios es un viejo archivero con mala memoria, o con Alzheimer, es igual: hace tiempo nos archivó en una oscura carpeta con la etiqueta de "Pendientes" o "Transiciones", y después se olvidó. Ahora, aunque quisiera, no podría recordar donde nos guardó, y mientras, aquí andamos, apolillados y espectantes. Para mí es divertido, todo ese juego terrible. Hoy escribo una cosa y mañana escribiré la opuesta, contradiciéndome miserablemente, porque no tengo una idea clara de Dios en mi cabeza, no la tengo de demasiadas cosas. Me limito a articular pensamientos alrededor, constantemente, y sólo cuando los escribo o los verbalizo, los explicito, adquieren uno u otro aspecto, siempre ridículos, es cierto, pero ahí están.

Al fin y al cabo pensar en Dios es como pensar en la Vida, así, en mayúsculas, como si realmente tuviera una gran importancia, pero no la tiene. Buscar a Dios… ¡qué gran empresa¡, el gran desafío… es como buscar el Santo Grial o ir en pos del Horizonte. Al uno jamás lo vas a encontrar, porque no existe o porque alguien lo empeñó para poder llegar a fin de mes y ya nada más se supo. Y al otro tampoco has de llegar, porque cuando llegues habrá un nuevo Horizonte al que tirar, allí, justo a la misma distancia que estaba cuando emprendiste la marcha. Pero has de querer jugar a eso, aunque vayas a salir derrotado, porque cuanto antes asumas lo infructuoso de tu lucha, cuando antes aceptes que nada tiene sentido y que nada realmente importa demasiado, antes podrás ponerte a caminar. Porque lo importante acaba siendo, no es el encontrar, sino el buscar; vivir buscando constantemente, tirar los dados siempre, una y otra vez, hasta el último aliento.

Porque todo es absurdo, sí, terriblemente, si te pones a buscar significados allá afuera. Más vale que tengas sentido del humor y seas capaz de reírte de todo y de todos, pasarte el absurdo por el forro de los cojones, porque de lo contrario caerás en la cuenta de que en el fondo de todas las cosas siempre habita el Horror… Hay quien no lo soporta…

Así que mejor buscar el sentido en uno mismo, sentirse Dios uno mismo, mientras sea capaz de vivir y amar, de luchar, de buscar, de seguir tirando los dados una y otra vez. Quizá seamos dioses menores, sólo quizá, porque no somos tan altos ni vamos siempre con los brazos abiertos, todo bondad. Podemos ser la mar de cabroncetes, sí, de modo que tal vez nos sobra la mayúscula, esa terrible "D". Pero hay otras cosas... Puede Dios amar, quiero decir AMAR, a él o a ella, amar arrebatadamente, la única forma de amar verdadera... Puede acaso matar, u odiar, o incluso hacer el amor hasta el éxtasis supremo… más aún, puede Dios echar un buen polvo, un polvazo, y después fumarse un pitillo y quedarse tan ancho… Creo que no. Seguro que tampoco se ríe demasiado, con lo bueno que es echarse unas buenas risas. ¿Y escribir? Puede escribir poemas, cuentos, novelas, canciones, insufribles peroratas como la que yo tecleo ahora mismo… Tampoco. Fijo que no. ¿Y morir…? Puedes tú morir, Dios… Sabes acaso qué es vivir en la angustia y la magia de la muerte… Me parece que para ser tan alto, tan ubicuo y todopoderoso, tampoco sabes demasiadas cosas…

En fin, que yo también tengo mis poderes, aquí, todo mortal y finito como soy, sobre todo el de la duda, que es el más divertido de todos, mi más preciada libertad. Preguntarme el PORQUÉ de todo en todo momento, y a partir de ahí, elucubrar… Nada ni nadie puede contra mi duda. La gente no duda, no se pregunta el porqué de las cosas. Viven dormidos y, la verdad, no lo entiendo… Con lo hermoso que es derribarlo todo con ella, hasta los cimientos; demostrar que no hay nada inamovible, inmutable, que todo se puede cambiar, y asumir por extensión que, todo, absolutamente TODO, es posible en algún lugar…

© JIP

6 comentarios

JIP -

Lo dicho... juguemos... ¿Quién se atreve a tirar?

tristana -

eso digo yo todo es posible,
TODO...el lugar?? mi cabeza.
jugar con la imaginación ese es mi deporte favorito... bueno tambien las sentadillas que me ponen el culito duro.
un beso

JIP -

Pues nada, Bretona, toma ahora tú los dados ;)

Bretona -

a mi también me gusta jugar JIP, con dios, con todo, porque como tu bien dices todo es posible, eso si, luego siempre me quedo con la opción que más me reconforta, eso es todo :)
un abrazo

JIP -

Habrá que buscarlo, sí... y buscarlo bien, nunca se sabe...

:)

lucy -

jajajajajaaja eres muyyy rápido!!!! como siempre "me he quedado como dios" leyendo el post...precioso ese final, ahora habrá que buscar ese lugar no????? ;)

un besooo