AMANTES DE LAS SOMBRAS
De pardas sombras inundados, ambos solos en mitad de la nada entinieblada, sus cuerpos son luz en mi ojo líquido, sus sombras son hiel en mis aguas en duda. Ella es la llama; fulgir rojo, brillares de otoño abisal, palpitar de susurros hemoglobínicos; toda brazo carnoso de cera que rasga en su abrazo, que quiere y desea arañando, que no soltará jamás a su amado. Él es la mecha, la entera vela, consumiéndose fiel, cabizbajo, en sus brazos. Le consuela y le arrulla dulcemente en su angustia expresionista, en su tibia amargura de amor, en su pálido respirar de mezquindades, como una gata ovillada sobre su ratón recién cazado, como una verde carnívora sobre élitros incautos, como una suave, bella anaconda enroscada a su bocado.
Sus cabellos rojos resbalan briosos por las sienes de él y la sangre de él se desliza silente en los labios de ella, vivificados por el beso eterno de colmillos fugaces, derrotas sabidas, instintos mortales, negras melodías
© JIP
LA VAMPIRA (1893-1894)
Edvard Munch
Sus cabellos rojos resbalan briosos por las sienes de él y la sangre de él se desliza silente en los labios de ella, vivificados por el beso eterno de colmillos fugaces, derrotas sabidas, instintos mortales, negras melodías
© JIP
LA VAMPIRA (1893-1894)
Edvard Munch
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Raquel -