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tannhauser

SinSentidoS

Sin sentido. Sin motivo y sin objeto. Inexplicable. Inextricable. Inexpugnable. Asedio imposible sobre el tedio terrible. El nonsense tremebundo del ser y el estar y el pensar, el amar, lo peor, eso es, el amar, el querer y creer, querer creyendo que esto ha de ver algún día algún significativo final.

 

Sinsentido, todo junto, en una palabra, sin espacio en mitad para oxígeno o aliento. Una palabra sola y solamente: sinsentido, sin siquiera un segundo para pararse o respirar. Ahogado, asfixiado, anegado… Y ahora lo mismo con S terminal. Los 2. Tú y Yo. Y tambíén los demás.

 

Todos, sin sentido, sin sentidos, ¿sin sentires?... Algún día, no temas, llegará… si es que no vino y se quedó ya. Y se fueron, tus sentires, los míos, los vuestros, sentimientos, aferrados al gemir o derramarse, sin hablar, callados, vagos, mefíticos, como abatidos y genuflexos, resecados en espesura de llanto inexplorado, en lo sordo, tras la ciudad.

 

Sin sentido, sin sentimiento, sólo con el pensamiento; maldición del Animal sin animal, de la mayúscula olvidadiza y enredadera, trepadora, que olvidó de dónde vino, que negó lo evidente y final, que tuvo a la Minúscula por rival en lugar de raíz y fuente; paso que fue y no quiso parar; sonrisa que vino y no se quiso quedar a cenar. Sonrisa ahilada de río pequeño y frugal, eSe menuda tras menuda eSe que va a dar a los mares que hacen de muerte y mortal punto final.

 

Vida de Hombre sin sentido frente a vida de gato con sentido. Vida de gato, garras de gato, dientes de gato. Felinos felices bigotes de Félix y Fénix (el) gato insincero y por volver a incinerar. Vida de gato con sentido. Gato que vive consentido. Se sube a la mesa, me husmea la cara,  me eclipsa la estufa, me mía y me mía. Egoísta, ya está bien. Mio Mio. Todo tuyo. Todo suyo. ¿Y a mí qué me queda? Las eses silenciosas, serpenteantes, subrepticias, sigilosas, del silente sinsentido. Absurdotivo plural en primera personal. Irregular. Por supuesto; del todo irregular.

 

Pero mortal. Como mordedura, picadura, ensañadura, venganza pura, labrada en años y odios y rabias sin cedazo. Como un pensar y pensar, día tras día, pensar y pensar, reflexionar, y luego, tras lo pensado y abatido, regresar, al pensamiento sin sentido y sin objeto. Invencible. No abatible. Como sol. Como Luna. Como júbilo de gato consentido eclipsando el sol naranja de la estufa vieja en el frío de la huesuda luna crepuscular.

 

Regresar, regresar, siempre y siempre regresar, siempre siendo uno, siempre siendo el mismo y tan distinto, tan distinto de los otros infinitos mil que no pudieron ser y estar, al mismo tiempo, regresar, siendo nosotros, aunque sólo uno, pero todos, sin esos todos por llegar, que nunca serán ya. Que caminante hay caminos, a ciento y miles y miles de cientos, pero sólo uno, ay, sólo uno has de caminar, hasta el final que es tu final. Y los caminos se van haciendo y deshaciendo, miles y cientos de infinitos miles, a cada paso que das.

 

Sin sentido: el frío en los huesos. Huesos sin frío: Sinsentido. Insensible  y aterido blanco marfileño en uno u otro sentido. Ambidireccional.

 

Sinsentido: las 10 en la catedral. Aquellas 10 sin catedral: sin sentido. Aquellas 10 y las nueve de antes y las de después, todas detrás, hasta el doble 0, las 12 oscuras de los fantasmas que no fueron ni estuvieron. Que no tenían sábana blanca de estreno por el rojo restriego de unas lágrimas sin rielar.

 

Sin sentido alzarse cada mañana y todo esto: todo este rastrero agonizar. Sin objeto todas las veces que dije te quiero: todas esas duras tiernas palabras, el par, Te quiero, Te Quiero, TE QUIERO, en el aire, desvalidas, demoledoras, huidizas, interceptoras. Cual si un fuego persiguiendo a otro fuego. Absurdo sobre sí mismo. Sinsentido sobre sí mismo, sobre su no sentir. Sin sentirse, el resentido. Resentimiento al cuadrado. Cuadratura del sentido: Absurdo sinsentido; ubicuo y eterno y circular.

 

Sin sentido y sin objeto. Y ya más que muerto y remuerto. Y más que muerto, “recruyerto”, recrudecido en lo desencadenado terminal. Cual si cáncer. Sus "Te Quiero" todos eso, eso mismo, terminales recruyertos.  Sin valor y sin motivo un te quiero sin un "ahí está", te lo demuestro. Un amar sin todas sus letras, carente de m, ausente de r, huérfano de ese par de gemelas a’s. Y sin todo el resto con sentido, caricia sobre caricia, y sobre caricia cadera, y sobre ella la piel erizada, exclamando…  Y sin todo el otro resto, el consentido, yo dentro de ti y en tus ardientes venusinos adentros, y tú cabalgando y sintiéndome dentro, derramándote al derramarme, juntos los dos y hasta lo alto inasible, en espiral y sin sentido. Y sin consciencia. Sólo placer. Y lo dos juntos. Entrelazados. Sin sentido, sí. Y en espiral. En Universo, Divinos, Cosmos, Amantes, y por eso mismo, sin sentido; sin de él necesidad. Autoconclusivos.

 

Sin sentido todas éstas, mis palabras, todas ebrias y borrachas, de sexo sentido y consentido. De un te quiero sincero y sin reserva. Y sin nada de absurdo y terrible miedo. Así de fácil. Te quiero. Así de imposible. Te quiero. De una luz que se fue cuando no tenía ojos y aguarda a mi espalda esperando en lo hondo de mi averno de pupilas, quemarme, arrasarme, vencerme, doblegar mis rodillas, hacerme gemir y gritar y llorar y rabiar. Una vez más defraudar: renegar de mi más propio mí. Mi mí más hondo y feliz y frugal. Una vez más, otra, y la última, defraudarme a mí mismo. Eso único que me queda no te lo voy a entregar fácil: lo tendrás que sudar.

 

Sin sentido el sinsentido. Porque para serlo, sinsentido, necesita de su opuesto, ese sentido tan traído y llevado, hablado, maldito, tantas veces roto y otras tantas recompuesto. Tirando de pegamento, como en alma o corazón destrozado, por un querer que no fue querer, por un prometer en falso e insincero. Reconstruyendo y deconstruyendo. Las piezas, los trozos, los pedazos, los añicos grandes y chicos. De la vida y el vivir, y el sufrir y el no darse por vencido. A pesar del asco y del absurdo. Y de ese sinsentido que no es él sino en tanto mitad de otro extraño y escapista. Y equilibrista...

 

El sentido. El objeto. Y el motivo. Inexplicables. Inextricables. Inexpugnables. Y también como yo, como tú, como todos, en la cuerda floja, trampeando y parcheando este respirar de incógnita vida. Siempre en el último escalón de cada segundo. Siempre en la postrera postal desde el filo. Siempre en esa absurda cuerda floja sin sentido que ni te lleva, ni por supuesto te salva, ni mucho menos te regresa.

Ni te serviría, por más que lo pretendieras, para hacerte con ella esa ahogante, asfixiante, finiquitante horca…

 

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En vena: Escape With Romeo, "Somebody", 5.51.

3 comentarios

Vampa -

Paranoia. Palabras cruzadas. Versos inacabados. No podemos ser aquello que no sentimos. Estamos condenados a vivir la vida que os atormenta, porque es lo que nos merecemos.

katakrek -

Joder tio, si no te conociera diría que te sientas en la Ñ (mayúscula).
Hacía tiempo que algo no era capaz de formar imágenes claras de los sentimientos en mi mente, y como siempre, me has sorprendido, dotando de cara y ojos a los instintos y pesares.

azuldeblasto -

Eso es querer, desde la raiz; lo demás son cuentos chinos.

Un saludo.