El día empieza bien...
Yo estaba soñando "Aliens. El Regreso", sí, tal y como léeis, la secuela de James Cameron, y si a vosotros os parece extraño imaginad la cara de estúpido que se me debió quedar a mí cuando dentro del sueño, más o menos consciente, pero sin poder salir, me di cuenta: "Tío... ¡¡¡estás soñando Aliens!!!" Bueno, siempre he sabido que bien de la cabeza, lo que se dice bien, no ando, de modo que esto es sólo otro refrendo. El sueño transcurría más o menos como la película, a todos los encierran allí y aquello se convierte en una especie de "Asalto a la Comisaría del Distrito 13" pero en bastante mejor. Humanos dentro, aliens fuera: los segundos quieren entrar y los primeros no quieren convertirse en menú del día. Hasta ahí correcto, ¿no?. Vale, pero entonces las cosas tomaron un rumbo inusitado, porque soñé una escena de interiores que no me sonaba para nada. Ellos estaban allí, como descansando, los aliens gigerianos estaban maquinando una nueva forma de entrar a tocar los cojones y gracias a eso se había hecho el silencio. Pero la sala interior no la recordaba, no la tenía en mis archivos fílmicos, así como tampoco el personaje que tomó la escena y la palabra y empezó a soltar una parrafada infecta sobre no sé qué que ya no recuerdo. Sobre una pantalla de ordenador sucia, un cartelito en letras azules: "Being engineer". Y fue entonces cuando todo corrido pensé un par de cosas. La primera: "Non capisco niente", es decir, "No entiendo una mierda", y la segunda, como negando la anterior: "¡Ah, vale!... ¡Coño!... ya lo entiendo... ¡Estoy soñando la segunda versión extendida del director!" Tenía que escoger, o eso, o reconocer que estaba dando acogida a uno de los más estúpidos sueños de la historia. Así que durante unos instantes oníricos y turbadores que ya se han evaporado estuve tranquilo, al fin y al cabo la culpa no era mía sino del Cameron: todo cuadraba en algún lugar, aunque yo dicho lugar lo sintiese tan lejos y como cayéndose a pedazos. Bien. ¿Bien? ¿Seguro? No sé qué deciros, porque a continuación todo se fue de madre. ¡De repente era de día! ¿Os lo podéis crees? ¡De día!, con sol y buen tiempo y todo... ¡y en la segunda parte de Aliens, nada menos!, que era de lo más humedo y cabrón que haya existido en sala oscura alguna, en absoluto recomendable para artítriticos y sufridores óseos de toda índole... Pues sí, de día, todo muy rojo, y muy naranja y muy siena, desértico y secador de garganta a más no poder: a algún guionista onírico se le había caído la cabeza, estaba claro. La sensación era como de ralentí, como la cámara de Peckinpah pero sin los cuerpos en escorzo y los vientres saltando hechos fosfatina. Una especie de fila de coches rojos y lacados, con toda la pinta de eléctricos, chocaban unos con otros torpemente, como guiados por un cerebro artificial cortocircuitado; tal que ascensores horizontales imposibles que quisieran bajar o subir, pero ni una y otra cosa podían, quedándose siempre a media planta. Luego aparecieron los "boots". Iban vestidos con traje y corbata y sus caras eran blancas e inexpresivas, tanto, que ni siquiera tenía facciones. Suponían una extraña mezcla entre los monigotes que utilizan para hacer simulacros automovilísticos de choque y esos muñecos artículados de madera que usan los estudiantes de dibujo. Estaban bailando extrañamente y como liándose una gran juerga, tuve la impresión de estar asistiendo al estreno de un videocilp de "kraftwerk" dirigido a la Lynch. En lo intrínseco del sueño yo sabía que algún hijo de satanás me había dado el cambiazo y ahora los aliens predadores se habían convertido en muñecos bailongos y desencajados, pero dentro del sueño como estaba, todo en tensión, los ojos como claustros catedralicios, no se me ocurrió ni susurrarle secretamente a mi inconsciencia: "Psst, psst, tío... despierta, que esto tiene cada vez peor pinta..." Conque allí seguí un buen rato, bajo un sol de justicia que cada segundo se hacía más y más grande. En aquel momento no lo sabía, pero lo supe nada más despertarme; lo del sol creciente y ardedor se debía a un cuento que leí justo antes de acostarme: "El último día" de Richard Matheson. Por qué lo leí es algo que ahora no viene a cuento, y por qué luego se coló en mi sueño es algo que no quiero alcanzar ni a sopesar. Ahí está, o estuvo, ¿no? Como los aliens-boots, dándoselas de Jackson en "Moonwalker". ¿Qué más sucedió después? ¿Qué si no? Absurdo y más absurdo. Un edificio con pinta de autobús londinense, de esos rojos y doble planta, el típico de Picadilly, sacó piernas y comenzó a caminar. Sí, como suena, es decir, como se lee, no preguntéis más porque al fin y al cabo yo allí sólo era un voyeur, es decir, un mandao que ni pinchaba ni cortaba. Luego vino una inspectora inmobiliaria con pinta de bibliotecaria estrechona y brujaracha, y cuando escribo vino lo que en realidad debería teclear para hacer justicia a la verdad del sueño es "aterrizó", sí, ¡con globo aeróstatico y todo! Empezó a inspeccionar todo el decorado, todos las paredes irreales del sueño. Tomaba notas y hacía gestos negativos con la cabeza como dando a entender que a alguien se le iba a caer el pelo: le iba a meter un puro de los de cargarse patas abajo y muy señor mío... Y así hasta que se acercó al contáiner oscuro en que todos los marines espaciales estaban encerraditos y cagados de miedo hasta las respectivas médulas. Los boots, al parecer, no sentían ningún tipo de interés y/o apetito por la funcionaria de marras, así que la dejaban hacer. Entonces desde dentro alguien comenzó a picar las paredes metálicas, y siguió picando hasta hacer todo un agujero. ¿Y quién sacó la cabeza por allí?: ¡Ed Harris nada menos! A aquellas alturas de barbaridad a mí ya no me sorprendía nada, de modo que deduje rápido: la aparición de Harris en Aliens, id a saber vosotros por qué cochinas causas, se quedó siempre en la sala de montaje, y como eso le tocó bien los mismísimos al gran actor por eso fue que años después, como recompensa, chupó tanto primer plano en "Abyss", versión normal, y mucho más en la Director’s Cut... Luego todo se fue un poco al carajo, no recuerdo mucho, me desperté enseguida: sé que Harris le pasó una nota doblada a la bibliotecaria y contemplé intrigado cómo ésta la desdoblaba, pero el escándalo del despertador ya no me dejó saber qué leyó en ella...
7 comentarios
Alvy Singer -
laceci -
Aunque lo de Ed Harris....
nosenose....
komanche -
Pierdes facultades.
Y hola
wave -
katakrek -
Yo una vez soñé que en medio de clase ( la que dábamos en un descampado), sentadito en mi pupitre de parvulario (a los 20 años), se iniciaba una fiesta petroqímica... y las antorchas y depósitos industriales se alzaban hacia el infinito, arrastradas por globos de figuritas de la Dysney. Mientras subíamos a ellos, íbamos haciendo una conga muy extraña... bailando lambada. En el perro de esta noche te explico como acababa el sueño.
Edu -
Nos vemos esta noche para celebrarlo tal como ha dicho wos en el perro! Saludos!!
woswis -