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tannhauser

Eiger

La cosa hoy va de escaladas, está visto, aunque bien mirado cuándo demonios ha dejado de ir de otra cosa.

Pero es así, la escritura no es un grano purulento de repente una mañana ante el espejo, en plena napia; la literatura no es un lunar amorfo en la espalda, de color rojo, que ¡ay rediós, juraría no estaba ahí la semana pasada! No. Uno no se levanta un buen día por la mañana resacoso y rejodido, retarde, por supuesto, y lo piensa, o se siente, y se lo dice: "¡Coño! ¡¡¡Soy escritor!!!... Ya sé escribir".

Y una leche.

Cuesta horrores, no, infiernos, no, vidas enteras, ardidas e invivibles, escribir. Me refiero a escribir bien, claro está. Ya no digo escribir literariamente, ni mucho menos escribir correctamente, es decir, sin puñeteras faltas; no, me refiero a escribir bien, a que lo leas o te lean, lo escrito, y el lector, quien sea, se deje llevar, caiga hechizado antes las líneas; que nada cruja o rechine, que fluya, que sólo esté lo justo en su justo lugar; no sobre ni falte nada, y que encima diga algo, sea lo que sea, aunque sea una parida, pero bien contada, qué cojones.

Y es a la vez un aprendizaje que nunca se acaba porque en su misma raíz lleva la simiente de lo imposible, pero hay que escalar esa montaña escarpada, mientras vivas y puedas, hasta que no puedas más, que revientes o te rindas, o desaparezcas; pero ahí, allá arriba, habrá quedado tu fita, tu cuerpo cadáver de montañero de la palabra, pendiendo, agarrado a una firme cuerda hecha de sinceras palabras.

Una escalada imposible y mortal a la que sólo se llega a través de la mucha lectura y la mucha escritura. Leer y leer, hasta saltársete los ojos de las órbitas de puro locos; leer a los otros grandes escaladores que te precedieron, pero también a los pequeños, los mediocres, los malísimos, que de todos sus errores algo queda. Y escribir, por supuesto, llenar folios y pantallas, y recibos de la luz y Teléfonica, como hizo Wasler, hasta que gastes todos los lápices, y después, si cabe, cómo no, llenar la hoja blanca con tu vida, con tu sangre...

Por eso, tal vez, todos los escritores leen demasiado, porque mientras leen no escriben, no escalan el muro imposible de la perfección, no nos regalan nuevas fitas, jalones, libros que disfrutarles y con los que agrandar su microuniverso, en el cual, al tiempo meternos, lectores, y a la vez agrandarnos y expandirnos, entrenarnos en tanto potenciales trepadores. Y por eso mismo, supongo, los lectores escribimos demasiado, porque el tiempo que utilizamos en escribir no lo invertimos en lectura, en el atento y mágico estudio de las escaladas y vidas anteriores que nos precedieron, y que están ahí, bien a la vista, colgadas a ras de muro, alineadas a ran de estantería, aguardando...

Y en le medio de todo, la paradoja, o lo que es lo mismo, la vida, o el tiempo, que para el caso es igual, pues sólo hay un tiempo, una sola vida para todo, leer y escribir, vivir y escalar, y te ves en la tesitura de hacer una cosa y la otra, y entre medias la otra de más allá, y además comer, y además cagar, y además, si es que hay suerte, tal vez follar. Así que escribes si es que tienes que hacerlo, si te llama, y si te llama leer, pues lees, uno y lo otro a la vez, y mientras también todo lo demás; y vas subiendo, poco a poco, ganándole metros a la cima inasible; de modo que comienzas antes de haber acabado y te acabas antes de haberte iniciado, y ahí está: ¡el uoróboros!, quemándote el culo y arañándote los huevos, y tú, desesperado, respirando, soñando, luchando...

Y es así la vida -escrita o no-, imposible y circular...

 

3 comentarios

laceci -

Permíteme que difiera, colega de la vega.... Creo que cuanto más lees, peor escribes, porque más te inspiras en cosas que ya has leído y por lo tanto más posibilidad hay de que plagies estilos o contenidos. Conozco a grandes lectores que son malísimos escritores, y a la inversa también.

Pero tienes razón, de lo malo también se aprende.

Yo no leo, aunque escriba fatal :-P

nafra -

Hola Amigos.
"El rencor de los bufones", primer libro del argentino Pablo Manzano, ya está en todas las librerías de España. Quedan todos invitados a visitar el blog.
http://elrencordelosbufones.com
Saludos

En el fotograma -

De pronto la vida que uno tiene está marcada por obligaciones, amores impostergables, spirales. Y en medio de todo ello, escribir es lo más importante, y queda , sacarle tiempo al tiempo, cuando pareciera que así no es posible.

Esta vez lo que has escrito, toca lo interior en lo que es como el centro de todo, donde está la Verdad.

He leído sobre Walser, homenajes, amores escritos, afectuosas admiraciones y aún no he leído al propio Walser en toda su extensión.
Las bibliotecas adquieren en momentos como éste, un gran sentido.

Muchs gracias por este entrega, en la que una vez más tu voz emerge, inconfundible.