CON LA DIOSA FORTUNA EN CONTRA
"Por suerte, estoy escribiéndolo todo y, en un futuro más o menos lejano, el público lector más atento y despierto se beneficiará de mi relato de ese descenso abismal por los pantanos camino de la estación interna del último horror..."
Cuanto más vive uno más se sorprende de cuán irónica, paradójica y, por qué no decirlo, también bastarda y puñetera, puede llegar a ser la vida, porque sin ir más lejos, para que os hagáis una idea, el párrafo con el que he iniciado este post pertenece a La Conjura de los Necios de John Kennedy Toole, y uno, tras leerlo, no puede dejar de pensar algo así como ¡hay que joderse !
Porque Kennedy Toole se quitó la vida en 1969 creyéndose un escritor fracasado, tenía 31 años, y tras aquello, su madre se pasó once largos años de arriba abajo, de editor en editor, buscando a aquél que se atreviera a publicar la obra de su hijo muerto, esa misma "conjura de necios" que a la postre, rebasados los 80, llevaría a su autor al reconocimiento unánime, al Premio Pulitzer, y al panteón de ilustres narradores norteamericanos.
Esas palabras de Ignatius J. Reilly, el grandioso en todos los sentidos- personaje de "La Conjura", que seguramente tanto tiene del propio Toole hombre, se mostrarían con el tiempo, y muy probablemente sin que su autor lo presintiese mientras las redactaba, no ya sólo muy ciertas, sino terriblemente proféticas y es que cuando la vida se propone joderte te jode pero bien
Al menos nos quedó la obra, esa fabulosa caricatura novelada en la que se barrunta tanto de autobiográfico y que es una joya de la sátira, un verdadero regalo para el sentido del humor. En ella brilla con luz propia la oronda figura de Ignatius Reilly, histrión entrañable, cargante e insoportable a partes iguales, ávido lector de Boecio para quien todo adolecía de una imperdonable carencia de teología y geometría y al que la Diosa Fortuna, contumaz y caprichosa, siempre le daba la espalda exactamente igual que hizo con su autor y padre, Toole, del que a buen seguro Reilly no es más que un hiperbólico trasunto. Con todo, pese a lo extremo y absurdo de su idiosincrasia, ambos -Reilly y Toole- dicen mucho más de la condición humana de lo que a la mayoría nos gustaría reconocer y de ahí su éxito, supongo, aunque fuese tardío.
Y ahora, ya para finalizar, entrando en el apartado de cosas raras traídas directamente de las cenagosas marismas de mi mente paranoide, aquí os dejo tres asociaciones enfermizas que me asaltaron durante la lectura del libro, a saber:
1) El parecido razonable entre Kennedy Toole y Robert Erwin Howard, afamado autor de pulps de aventuras, creador entre otros, de personajes como Conan el Bárbaro, Red Sonja, Solomon Kane, Thurlog O'Brien o Almuric, amigo de H. P. Lovecraft, y curiosamente -¡qué coincidencia!-, también suicida. Howard se quitó la vida a punta de revólver el 16 de junio de 1936, dicen, al no poder soportar la idea de que su madre, a la que estaba muy unido y de la que probablemente dependía emocionalmente -¿más coincidencias?-, iba a morir en breve víctima de una enfermedad terminal. Silenció su vida justo cuando sus relatos de aventuras lo habían convertido en un autor reconocido dentro del ámbito de las revistas pulp de la época y, en eso sí a diferencia de Toole, cuando había también conseguido vivir del fruto de su pluma.
2) Otro parecido más que razonable o al menos así se le antoja al aquí suscribiente-, entre el par ya mencionados y otro ilustre suicida, aunque esta vez sólo en la ficción. El camaleónico actor Vincent D'Onofrio dio rostro y vida al inolvidable "Recluta Patoso" de "La Chaqueta Metálica" de Kubrick. Supongo que casi todos recordamos cómo se voló la tapa de los sesos siguen las coincidencias-, no sin antes, claro está, mandar a hacer puñetas al bueno de su sargento instructor, ese que tan bien lo había tratado desde un primer momento confío en que se haya captado el tono de sutil ironía -. Tras contemplar detenidamente estos tres rostros unidos en la Nada por la voluntad de autoaniquilamiento, se podría uno llegar a preguntar si en verdad existe algo en nuestros rasgos que nos predisponga a liquidarnos
3) El parecido, ¡como dos gotas de agua!, no físico, pero sí idiosincrásico, que establecí de una forma directa, a medida que avanzaba mi lectura, entre Reilly y John Litghow, alias Dick Solomon, el ególatra, sinvergüenza, lenguaraz, chuleta y tremendamente divertido comandante alienígena de esa desternillante serie, "Cosas de Marcianos" -3Rd Rock From the Sun en inglesa lengua-, que desde aquí pido me la repongan pero ya Me gustaría pensar que este parecido es casual pero mi fe en el guionista de teleserie medio no es demasiado fuerte
© JIP
Cuanto más vive uno más se sorprende de cuán irónica, paradójica y, por qué no decirlo, también bastarda y puñetera, puede llegar a ser la vida, porque sin ir más lejos, para que os hagáis una idea, el párrafo con el que he iniciado este post pertenece a La Conjura de los Necios de John Kennedy Toole, y uno, tras leerlo, no puede dejar de pensar algo así como ¡hay que joderse !
Porque Kennedy Toole se quitó la vida en 1969 creyéndose un escritor fracasado, tenía 31 años, y tras aquello, su madre se pasó once largos años de arriba abajo, de editor en editor, buscando a aquél que se atreviera a publicar la obra de su hijo muerto, esa misma "conjura de necios" que a la postre, rebasados los 80, llevaría a su autor al reconocimiento unánime, al Premio Pulitzer, y al panteón de ilustres narradores norteamericanos.
Esas palabras de Ignatius J. Reilly, el grandioso en todos los sentidos- personaje de "La Conjura", que seguramente tanto tiene del propio Toole hombre, se mostrarían con el tiempo, y muy probablemente sin que su autor lo presintiese mientras las redactaba, no ya sólo muy ciertas, sino terriblemente proféticas y es que cuando la vida se propone joderte te jode pero bien
Al menos nos quedó la obra, esa fabulosa caricatura novelada en la que se barrunta tanto de autobiográfico y que es una joya de la sátira, un verdadero regalo para el sentido del humor. En ella brilla con luz propia la oronda figura de Ignatius Reilly, histrión entrañable, cargante e insoportable a partes iguales, ávido lector de Boecio para quien todo adolecía de una imperdonable carencia de teología y geometría y al que la Diosa Fortuna, contumaz y caprichosa, siempre le daba la espalda exactamente igual que hizo con su autor y padre, Toole, del que a buen seguro Reilly no es más que un hiperbólico trasunto. Con todo, pese a lo extremo y absurdo de su idiosincrasia, ambos -Reilly y Toole- dicen mucho más de la condición humana de lo que a la mayoría nos gustaría reconocer y de ahí su éxito, supongo, aunque fuese tardío.
Y ahora, ya para finalizar, entrando en el apartado de cosas raras traídas directamente de las cenagosas marismas de mi mente paranoide, aquí os dejo tres asociaciones enfermizas que me asaltaron durante la lectura del libro, a saber:
1) El parecido razonable entre Kennedy Toole y Robert Erwin Howard, afamado autor de pulps de aventuras, creador entre otros, de personajes como Conan el Bárbaro, Red Sonja, Solomon Kane, Thurlog O'Brien o Almuric, amigo de H. P. Lovecraft, y curiosamente -¡qué coincidencia!-, también suicida. Howard se quitó la vida a punta de revólver el 16 de junio de 1936, dicen, al no poder soportar la idea de que su madre, a la que estaba muy unido y de la que probablemente dependía emocionalmente -¿más coincidencias?-, iba a morir en breve víctima de una enfermedad terminal. Silenció su vida justo cuando sus relatos de aventuras lo habían convertido en un autor reconocido dentro del ámbito de las revistas pulp de la época y, en eso sí a diferencia de Toole, cuando había también conseguido vivir del fruto de su pluma.
2) Otro parecido más que razonable o al menos así se le antoja al aquí suscribiente-, entre el par ya mencionados y otro ilustre suicida, aunque esta vez sólo en la ficción. El camaleónico actor Vincent D'Onofrio dio rostro y vida al inolvidable "Recluta Patoso" de "La Chaqueta Metálica" de Kubrick. Supongo que casi todos recordamos cómo se voló la tapa de los sesos siguen las coincidencias-, no sin antes, claro está, mandar a hacer puñetas al bueno de su sargento instructor, ese que tan bien lo había tratado desde un primer momento confío en que se haya captado el tono de sutil ironía -. Tras contemplar detenidamente estos tres rostros unidos en la Nada por la voluntad de autoaniquilamiento, se podría uno llegar a preguntar si en verdad existe algo en nuestros rasgos que nos predisponga a liquidarnos
3) El parecido, ¡como dos gotas de agua!, no físico, pero sí idiosincrásico, que establecí de una forma directa, a medida que avanzaba mi lectura, entre Reilly y John Litghow, alias Dick Solomon, el ególatra, sinvergüenza, lenguaraz, chuleta y tremendamente divertido comandante alienígena de esa desternillante serie, "Cosas de Marcianos" -3Rd Rock From the Sun en inglesa lengua-, que desde aquí pido me la repongan pero ya Me gustaría pensar que este parecido es casual pero mi fe en el guionista de teleserie medio no es demasiado fuerte
© JIP
9 comentarios
i j reilly -
laeternaconjuradelosnecios bolgspot
JIP -
un saludo
LeeTamargo -
TE SALUDO: LeeTamargo.-
JIP -
un saludo
corsaria -
Jose -
Los dos weblogs principales que ahora intento establecer son éstos:
UBTSLA: Cuadernos del pensamiento: http://unbrokenthoughts.blogspot.com
Papillon Cassée:
http://papilloncassee.blogspot.com/
Gracias; en cuanto me des una respuesta vía correo-e haré mi correspondiente intercambio...
En cuanto a lo que aquí se comenta, aunque sólo sea por ajustarse un poco al tema diré que no he leído La conjura de los necios pero la tengo en buena consideración, y que el curioso paralelismo que apuntas es posible en escritores y personas de gran poder imaginativo y afectivo cuando topan con la cruel realidad, incluído mi admirado Lovecraft (aunque no se suicidara...)
Un saludo
JIP -
;)
pauli -
pauli -
bueno, solo decir que me parece un libro fantastico, el caso es que figura en mi top ten. ignatious es uno de los personajes literarios mas logrados que he leido, junto con todos los hilarantes personajes que van apareciendo, la señorita "trixie" que no se me olvidara nunca.Asi que cada vez que tengo que hacer un regalo y no se que regalar este libro me acaba sacando del apuro, y al final siempre es un gran acierto :)