GATTACA: LA UTOPÍA DERROTADA
Con lo traído y llevado, hasta el hastío, que últimamente está el debate sobre la clonación humana o, sin ir más lejos, la conveniencia o no de legalizar la investigación con células madre con fines terapéuticos, y todas las opiniones virulentas y encontradas que desde todas partes se levantan, no está de más echarle un vistazo a una de las contadas buenas películas de ciencia ficción que nos ha regalado el cine moderno, y que tiene mucho que decir -o dejar ver-, y no precisamente baladí, respecto a estos temas tan espinosos
La utopía, un "Brave New World" huxleyano y biológico, ha sido alcanzada por la Humanidad de "Gattaca". Mediante el dominio de los secretos de la genética, como modernos alquimistas, los seres humanos han conseguido al fin erradicar la enfermedad, eliminar la imperfección, la tara física y mental, potenciar la belleza, optimizar, en resumen, todas nuestras facultades a base de separar de nosotros en el laboratorio todo lo peor y tirarlo a la basura. Y con ello la humanidad no sólo se ha hecho acreedora de un "mundo mejor", un "mundo feliz", también ha emprendido el vuelo firme de la carrera espacial que a no tardar la conducirá a explorar, colonizar y poseer otros nuevos mundos diferentes de aquel que lo vio nacer.
Aunque, claro está, esto es sólo en apariencia, como esos brillantes contratos que siempre esconden una terrible letra pequeña, la perfecta y maravillosa cara de una moneda en cuyo reverso aguardan verdades escalofriantes. Porque el mundo de "Gattaca" es en su perfección probablemente tanto o más miserable que éste, hoy nuestro, que día a día vivimos.
Porque "Gattaca" nos muestra una sociedad tremendamente desigual en la que se han creado dos nuevas y grandes castas en excluyente desequilibrio. En ella ya no hay "negros", "latinos" ni "amarillos"... ahora todo se resume en la casta de los "hombres fabricados" por un lado, los "válidos", los "vitro", aquellos que fueron diseñados a la carta, para quienes todas las puertas están abiertas y la casta de los "hombres naturales" por el otro, los "no válidos", aquellos que vinieron al mundo a la vieja usanza siendo sistemáticamente discriminados por ello. El racismo se ha transformado en "genoísmo"... cambia el nombre, pero el concepto y sus miserias se mantienen.
"Gattaca" nos presenta también un mundo gris, monocorde, uniformizado y maquinal, en el que todos los individuos tienen la misma pinta, parecen el mismo, como si con al limar los defectos de cada uno, con ellos se hubiesen evaporado también el carácter y la personalidad, aquello que te hace singular y único. Una sociedad demasiado limpia, demasiado aséptica, donde todo está siempre perfecto, en su sitio, inmaculado, y el Todo se construye magistralmente a partir de los ruidos y los silencios precisos, donde el diseño ha destronado al uso y el modelo ha desbancado al sujeto; todo muy "inhumano, demasiado inhumano..." Contemplar a todos esos hombres manufacturados fichar a la puerta del trabajo, circunspectos, ceñudos, tan bien peinados luciendo sus trajes oscuros, dando una gota de su sangre a cambio de una nueva jornada laboral, retrotrae directamente a aquellas secuencias magistrales filmadas antaño por Fritz Lang, cuando retrató eso mismo, pero con más magia, en aquella otra distopía increíble llamada "Metrópolis".
También un mundo sin esperanza y por supuesto sin sueños, porque Dios ha sido sustituido por la Ciencia, y ésta no ofrece ningún dogma de fe, ninguna enseñanza, ni muestra ningún camino, tan solo frías ecuaciones en las que te dice, condenándote, cuántos años vas a durar y de qué vas a morir, negando con ello tu ilusión de destino, asesinando tu libre albedrío, arrancando de raíz todos tus sueños, tu vida en suma, señalándote de antemano cuál es tu sitio y dónde están los límites que jamás podrás rebasar. Nunca entenderé qué empujó a mi madre a poner su fe en manos de Dios en lugar de en las de su genetista Son la palabras de un "hombre natural", un "no válido" al que todas las puertas le son cerradas, todos los sueños cercenados por esa Nueva Divinidad, la Genética, que, con todo, también se equivoca, es falible, y de vez en cuando ofrece bastante menos de lo prometido, dando lugar con sus errores a una casta intermedia de nuevos pobres, modernos deheredados; aquellos que, en previsión de lo mejor, fueron expulsados a la vida a medio camino, y ahora son poco más que agua de borrajas.
Por supuesto también un mundo huérfano de magia, en el que no hay lugar para los sentimientos de cualquier tipo, y mucho menos para el amor o la salvaje pulsión sexual, tan fríos y previsibles se han vuelto todos, porque toda relación se establece, antes que por la atracción o el deseo, por el interés, la compatibilidad genética. Convertidos en auténticos conejos, los hombres de "Gattaca" ya no quieren, tampoco hacen el amor, simplemente optimizan el acto de la procreación.
Finalmente, un mundo que pretende haber ganado la partida a la Muerte, nuestra histórica antagonista por antonomasia, aquella que a través de la amenaza de su sombra provocaba nuestra lucha y nuestra zozobra, nuestro arte y nuestra inquietud. Toda nuestra humanidad se reafirmaba en la inseguridad y la duda de su acción definitiva sobre nuestro destino. Pero ahora ya perdió todo misterio, es una conocida amiga, y sabedores del momento exacto de su llegada, de nuestra fecha de caducidad -sí, como los huevos, así de triste-, ya nada es como antes y el impulso de nuevos estímulos, aventuras, fascinación por el porvenir, se marchita necesariamente, pues lo que hemos de ser y por cuánto tiempo habremos de serlo, se lo diagnosticaron a nuestros padres en el momento de nacer.
Así, "Gattaca", esa utopía tan bella pero que por tantos lugares hace aguas, bien podríamos entenderla como una digna transposición, a la vez vuelta de tuerca, de aquella misma sociedad que Nietzsche quiso en su tiempo dinamitar desde su misma base. Lo tenemos todo; el nuevo Dios, la Ciencia, que debe ser matado; un entramado social bicéfalo y tremendamente desequilibrado, dominado por la casta de los "vitros" (los señores) que subsume a la de los "naturales" (los esclavos), creando con ello, no sólo un mundo cruel, triste y ruin, sino también una Moral envilecida, coronada por el "Genoísmo". Y precisamente en este marco, por reacción, surge la figura de Hawke/Vincent, un "no válido" que no renuncia a sus sueños, luchar por la vida, ser distinto, abrir caminos vedados y sentimientos escondidos. Mediante su voluntad de poder, su tesón, su confianza en sí mismo y también su ingenio, él propicia la instauración de un Nuevo Nihilismo en "Gattaca", ya que su éxito es también el fracaso de la Genética, de la Ciencia y del inmaculado mundo de los "válidos", así como de su triste Moral de hombres de diseño.
Pero asimismo Hawke/Vincent es también sólo el paso intermedio, ese puente que Nietzsche establecía entre el hombre degenerado y el superhombre por venir, el que había de hacer avanzar la civilización hacia territorios ignotos, porque si bien es cierto que el protagonista de esta historia ha conseguido matar a Dios, vencer a la ciencia en su terreno, sigue no obstante siendo un ser vivo que necesita de su propia moral, que necesita amar y experimenta nostalgia y podría tender al remordimiento, y el Superhombre nada puede saber de todo eso. Al fin y al cabo el gran filósofo alemán no quiso decir otra cosa que el hombre debía abandonar su humanidad si quería poder vivir la vida, aprehenderla en toda su dimensión, y los hombres de "Gattaca", a base de mejorar una y otra vez su ser hombres, hasta el límite de la perfección, no hacían otra cosa que abismarse en una humanidad trasnochada que, por ende, negaba el vitalismo, mataba toda posibilidad de asir la magia inexplicable de la vidaen toda su extensión.
Y el superhombre nietzscheano es la réplica a todo eso, la única vía de escape hacia el vitalismo; él se encuentra más allá del bien y del mal, seguramente más allá de todo valor humano, probablemente fuera de este planeta Tierra que nos dio a luz; seguramente aguarda en el espacio profundo, justo allí donde al final del film Hawke/Vincent se dirige, quién sabe sino a subir un peldaño más -¿el definitivo?- en la evolución de lo que hasta hoy conocíamos como Humanidad. Aunque eso está por ver, y lo que en cambio sí sabemos del cierto, lo que es una verdad como puño cerrado que mata estómagos, es que antes de dejar la Tierra, Hawke/Vincent, el hombre natural, el desheredado, el moribundo, había derrotado él solito, con solo perseguir sus sueños, a "Gattaca" entera, esa supuesta utopía feliz en la que nada resultó a la postre como los fríos números y las gélidas ecuaciones habían prometido.
© JIP
La utopía, un "Brave New World" huxleyano y biológico, ha sido alcanzada por la Humanidad de "Gattaca". Mediante el dominio de los secretos de la genética, como modernos alquimistas, los seres humanos han conseguido al fin erradicar la enfermedad, eliminar la imperfección, la tara física y mental, potenciar la belleza, optimizar, en resumen, todas nuestras facultades a base de separar de nosotros en el laboratorio todo lo peor y tirarlo a la basura. Y con ello la humanidad no sólo se ha hecho acreedora de un "mundo mejor", un "mundo feliz", también ha emprendido el vuelo firme de la carrera espacial que a no tardar la conducirá a explorar, colonizar y poseer otros nuevos mundos diferentes de aquel que lo vio nacer.
Aunque, claro está, esto es sólo en apariencia, como esos brillantes contratos que siempre esconden una terrible letra pequeña, la perfecta y maravillosa cara de una moneda en cuyo reverso aguardan verdades escalofriantes. Porque el mundo de "Gattaca" es en su perfección probablemente tanto o más miserable que éste, hoy nuestro, que día a día vivimos.
Porque "Gattaca" nos muestra una sociedad tremendamente desigual en la que se han creado dos nuevas y grandes castas en excluyente desequilibrio. En ella ya no hay "negros", "latinos" ni "amarillos"... ahora todo se resume en la casta de los "hombres fabricados" por un lado, los "válidos", los "vitro", aquellos que fueron diseñados a la carta, para quienes todas las puertas están abiertas y la casta de los "hombres naturales" por el otro, los "no válidos", aquellos que vinieron al mundo a la vieja usanza siendo sistemáticamente discriminados por ello. El racismo se ha transformado en "genoísmo"... cambia el nombre, pero el concepto y sus miserias se mantienen.
"Gattaca" nos presenta también un mundo gris, monocorde, uniformizado y maquinal, en el que todos los individuos tienen la misma pinta, parecen el mismo, como si con al limar los defectos de cada uno, con ellos se hubiesen evaporado también el carácter y la personalidad, aquello que te hace singular y único. Una sociedad demasiado limpia, demasiado aséptica, donde todo está siempre perfecto, en su sitio, inmaculado, y el Todo se construye magistralmente a partir de los ruidos y los silencios precisos, donde el diseño ha destronado al uso y el modelo ha desbancado al sujeto; todo muy "inhumano, demasiado inhumano..." Contemplar a todos esos hombres manufacturados fichar a la puerta del trabajo, circunspectos, ceñudos, tan bien peinados luciendo sus trajes oscuros, dando una gota de su sangre a cambio de una nueva jornada laboral, retrotrae directamente a aquellas secuencias magistrales filmadas antaño por Fritz Lang, cuando retrató eso mismo, pero con más magia, en aquella otra distopía increíble llamada "Metrópolis".
También un mundo sin esperanza y por supuesto sin sueños, porque Dios ha sido sustituido por la Ciencia, y ésta no ofrece ningún dogma de fe, ninguna enseñanza, ni muestra ningún camino, tan solo frías ecuaciones en las que te dice, condenándote, cuántos años vas a durar y de qué vas a morir, negando con ello tu ilusión de destino, asesinando tu libre albedrío, arrancando de raíz todos tus sueños, tu vida en suma, señalándote de antemano cuál es tu sitio y dónde están los límites que jamás podrás rebasar. Nunca entenderé qué empujó a mi madre a poner su fe en manos de Dios en lugar de en las de su genetista Son la palabras de un "hombre natural", un "no válido" al que todas las puertas le son cerradas, todos los sueños cercenados por esa Nueva Divinidad, la Genética, que, con todo, también se equivoca, es falible, y de vez en cuando ofrece bastante menos de lo prometido, dando lugar con sus errores a una casta intermedia de nuevos pobres, modernos deheredados; aquellos que, en previsión de lo mejor, fueron expulsados a la vida a medio camino, y ahora son poco más que agua de borrajas.
Por supuesto también un mundo huérfano de magia, en el que no hay lugar para los sentimientos de cualquier tipo, y mucho menos para el amor o la salvaje pulsión sexual, tan fríos y previsibles se han vuelto todos, porque toda relación se establece, antes que por la atracción o el deseo, por el interés, la compatibilidad genética. Convertidos en auténticos conejos, los hombres de "Gattaca" ya no quieren, tampoco hacen el amor, simplemente optimizan el acto de la procreación.
Finalmente, un mundo que pretende haber ganado la partida a la Muerte, nuestra histórica antagonista por antonomasia, aquella que a través de la amenaza de su sombra provocaba nuestra lucha y nuestra zozobra, nuestro arte y nuestra inquietud. Toda nuestra humanidad se reafirmaba en la inseguridad y la duda de su acción definitiva sobre nuestro destino. Pero ahora ya perdió todo misterio, es una conocida amiga, y sabedores del momento exacto de su llegada, de nuestra fecha de caducidad -sí, como los huevos, así de triste-, ya nada es como antes y el impulso de nuevos estímulos, aventuras, fascinación por el porvenir, se marchita necesariamente, pues lo que hemos de ser y por cuánto tiempo habremos de serlo, se lo diagnosticaron a nuestros padres en el momento de nacer.
Así, "Gattaca", esa utopía tan bella pero que por tantos lugares hace aguas, bien podríamos entenderla como una digna transposición, a la vez vuelta de tuerca, de aquella misma sociedad que Nietzsche quiso en su tiempo dinamitar desde su misma base. Lo tenemos todo; el nuevo Dios, la Ciencia, que debe ser matado; un entramado social bicéfalo y tremendamente desequilibrado, dominado por la casta de los "vitros" (los señores) que subsume a la de los "naturales" (los esclavos), creando con ello, no sólo un mundo cruel, triste y ruin, sino también una Moral envilecida, coronada por el "Genoísmo". Y precisamente en este marco, por reacción, surge la figura de Hawke/Vincent, un "no válido" que no renuncia a sus sueños, luchar por la vida, ser distinto, abrir caminos vedados y sentimientos escondidos. Mediante su voluntad de poder, su tesón, su confianza en sí mismo y también su ingenio, él propicia la instauración de un Nuevo Nihilismo en "Gattaca", ya que su éxito es también el fracaso de la Genética, de la Ciencia y del inmaculado mundo de los "válidos", así como de su triste Moral de hombres de diseño.
Pero asimismo Hawke/Vincent es también sólo el paso intermedio, ese puente que Nietzsche establecía entre el hombre degenerado y el superhombre por venir, el que había de hacer avanzar la civilización hacia territorios ignotos, porque si bien es cierto que el protagonista de esta historia ha conseguido matar a Dios, vencer a la ciencia en su terreno, sigue no obstante siendo un ser vivo que necesita de su propia moral, que necesita amar y experimenta nostalgia y podría tender al remordimiento, y el Superhombre nada puede saber de todo eso. Al fin y al cabo el gran filósofo alemán no quiso decir otra cosa que el hombre debía abandonar su humanidad si quería poder vivir la vida, aprehenderla en toda su dimensión, y los hombres de "Gattaca", a base de mejorar una y otra vez su ser hombres, hasta el límite de la perfección, no hacían otra cosa que abismarse en una humanidad trasnochada que, por ende, negaba el vitalismo, mataba toda posibilidad de asir la magia inexplicable de la vidaen toda su extensión.
Y el superhombre nietzscheano es la réplica a todo eso, la única vía de escape hacia el vitalismo; él se encuentra más allá del bien y del mal, seguramente más allá de todo valor humano, probablemente fuera de este planeta Tierra que nos dio a luz; seguramente aguarda en el espacio profundo, justo allí donde al final del film Hawke/Vincent se dirige, quién sabe sino a subir un peldaño más -¿el definitivo?- en la evolución de lo que hasta hoy conocíamos como Humanidad. Aunque eso está por ver, y lo que en cambio sí sabemos del cierto, lo que es una verdad como puño cerrado que mata estómagos, es que antes de dejar la Tierra, Hawke/Vincent, el hombre natural, el desheredado, el moribundo, había derrotado él solito, con solo perseguir sus sueños, a "Gattaca" entera, esa supuesta utopía feliz en la que nada resultó a la postre como los fríos números y las gélidas ecuaciones habían prometido.
© JIP
13 comentarios
leon -
Rafael -
La película es muy buena. El guión, formidable. Las interpretaciones, a la altura. La banda sonora, sencillamente, maravillosa.
Es una de las películas que vuelvo a ver con gusto y que cada vez me aporta algo nuevo a pesar de su aparente sencillez. El personaje que interpreta Jude Law me parece muy elegante elegante, desde su silla de ruedas.
Ethan Hawke, símplemente perfecto.
Un saludo.
Rafael.
www.e-acapulco.com -
"La perdida de un hombre es la ganancia de otro"
alejandra rodriguez -
vivo en cuerna
marquen me al 7773262561
JIP -
Seguramente Hitchcock habría confeccionado una obra maestra bien distinta de esta, aunque resulta difícl imaginarse al Maestro filmando verdadera ciencia ficción...
un saludo
Spaulding -
corsaria -
Algo que me hace pensar, reflexionar a mi me gusta.
Un saludo. :))
JIP -
un saludo
Andérez -
Aunque el doble juego tiene su punto....
JIP -
lucy -
JIP -
Supongo que te referías a esta, lucy... :)
lucy -