diciembre, catorce, cero-cuatro
Pelándome de frío, la estufa no chuta, aquí de nuevo, y no hay mucho más. Todo está dormido. Eso sí, me duele el culo, bastante, sobre todo cuando me siento... lógico. Ayer me clavé un freno de mano en el culo al bajar de una furgoneta, en la nalga izquierda para ser más exacto, y todo porque a un ingeniero de los cojones se le ocurrió poner el freno de mano ahí, a la izquierda, en lugar de a la derecha como a cualquier hijo de vecino. Todo está dormido, sí, pero me duele el culo, por el ingeniero de los cojones y por mí, que vivo despistado. Es triste, sí, pero por el momento no hay mucho más.
Así que mejor me vuelvo al pensamiento de ayer, lo del cáncer de Dios y todo ese rollo. Bretona dice, "Dios también es cáncer... ¿Cómo erradicar el cáncer del cáncer?" Si eso fuese verdad no haría falta erradicar nada, todos estaríamos en el mismo bando, la misma orilla, y luego vendría todo eso de las perdices, pero no es así, él sabe cosas y nosotros no, y eso marca; distancias insalvables. Sabe cosas, sí, muchas, pero puede que no todas, porque quizá no es Dios, sino solamente dios, no sé si me explico, porque muchas veces se lo ha imaginado jugando a los dados con nosotros, en plan tahúr, o haciéndonos las una y mil perrerías, en plan demiurgo cabrón, con cuernos y todo, o simplemente allá arriba, observando, mirando la película de nuestro drama, comiendo palomitas, pasando de todo y de todos... ¡Angelito! Eso está muy bien, sin duda, es divertido. Pero por qué no pintarlo de otra forma, en plan, me pica algo y no me puedo rascar o me duele el culo y no se por qué narices... Quiero decir que Dios podría estar ahí, donde sea, y de repente sentir ganas de ir al lavabo, y entonces se levantaría del sillón con esfuerzo, todo pesado y gordo, entrado en carnes de constelación y polvo cósmico, e iría a mear. Y una vez allí, descargando la vejiga, le sobrevendría un pinchazo terrible en la próstata o algún insoportable y súbito dolor por el estilo; en ese momento acabamos de hacer explotar una bomba atómica, o algún perturbado ha asesinado a alguien, o el odio y la rabia de un niño ha provocado un huracán en las Filipinas. Dios no lo sabe todo, no nos sabe, en realidad nos contiene pero no nos conoce, cree que lo tiene todo en orden, todo en regla, pero algo maligno crece en él... el hombre. En fin, el tío acaba de mear y se retrepa de nuevo en el sillón, tal vez hace zapping interestelar, y no le da importancia a la cosa. Es un descuidado, no mira por su salud divina, o simplemente es subnormal, y no es capaz de racionalizar sus dolores, advertir su enfermedad... Sí, eso, ¿¡Por qué no puede ser Dios subnormal?! Eso me parecería incluso más lógico que lo de los dados o las perrerías. El pobre no llega y por eso nosotros podremos prosperar contumaces. Si estuviese en condiciones haría tiempo que nos habría borrado del mapa, pero no, seguimos aquí, su enfermedad, crecemos, y él ni siquiera se da cuenta, porque es tonto, o porque no es hipocondríaco, tanto da. Su absurdo explica el nuestro, lo posibilita. Todo encuentra su sitio aunque sea en el sinsentido.
Por suerte para él ni siquiera como tumor somos gran cosa, puede que no seamos malignos; simplemente hiperplasia benigna de próstata. Para ser tan condenadamente hijos de perra no se nos da demasiado bien la metástasis. Apenas hemos llevado la vesania más allá de la luna, así que mejor no temer nada. Quizá sólo somos un quiste de grasa en su inflada entrepierna, escondido en sus pliegues de carne cósmica, apenas suponemos una molestia; ni un simple prurito.
Puede que algún día este buen dios decida pasarse por su médico de cabecera, hacerse un reconocimiento, unas radiografías, o lo lleven de la mano sus sufridos padres, preocupados porque pone una cara rara cada vez que mea, y al fin se haga algo al respecto, le receten unos antibióticos y le apliquen bisturí, y entonces un meteorito gigante nos aniquilará o una lluvia de radiación nos freirá y nos mandará por fin a todos a tomar por saco.
© JIP
Así que mejor me vuelvo al pensamiento de ayer, lo del cáncer de Dios y todo ese rollo. Bretona dice, "Dios también es cáncer... ¿Cómo erradicar el cáncer del cáncer?" Si eso fuese verdad no haría falta erradicar nada, todos estaríamos en el mismo bando, la misma orilla, y luego vendría todo eso de las perdices, pero no es así, él sabe cosas y nosotros no, y eso marca; distancias insalvables. Sabe cosas, sí, muchas, pero puede que no todas, porque quizá no es Dios, sino solamente dios, no sé si me explico, porque muchas veces se lo ha imaginado jugando a los dados con nosotros, en plan tahúr, o haciéndonos las una y mil perrerías, en plan demiurgo cabrón, con cuernos y todo, o simplemente allá arriba, observando, mirando la película de nuestro drama, comiendo palomitas, pasando de todo y de todos... ¡Angelito! Eso está muy bien, sin duda, es divertido. Pero por qué no pintarlo de otra forma, en plan, me pica algo y no me puedo rascar o me duele el culo y no se por qué narices... Quiero decir que Dios podría estar ahí, donde sea, y de repente sentir ganas de ir al lavabo, y entonces se levantaría del sillón con esfuerzo, todo pesado y gordo, entrado en carnes de constelación y polvo cósmico, e iría a mear. Y una vez allí, descargando la vejiga, le sobrevendría un pinchazo terrible en la próstata o algún insoportable y súbito dolor por el estilo; en ese momento acabamos de hacer explotar una bomba atómica, o algún perturbado ha asesinado a alguien, o el odio y la rabia de un niño ha provocado un huracán en las Filipinas. Dios no lo sabe todo, no nos sabe, en realidad nos contiene pero no nos conoce, cree que lo tiene todo en orden, todo en regla, pero algo maligno crece en él... el hombre. En fin, el tío acaba de mear y se retrepa de nuevo en el sillón, tal vez hace zapping interestelar, y no le da importancia a la cosa. Es un descuidado, no mira por su salud divina, o simplemente es subnormal, y no es capaz de racionalizar sus dolores, advertir su enfermedad... Sí, eso, ¿¡Por qué no puede ser Dios subnormal?! Eso me parecería incluso más lógico que lo de los dados o las perrerías. El pobre no llega y por eso nosotros podremos prosperar contumaces. Si estuviese en condiciones haría tiempo que nos habría borrado del mapa, pero no, seguimos aquí, su enfermedad, crecemos, y él ni siquiera se da cuenta, porque es tonto, o porque no es hipocondríaco, tanto da. Su absurdo explica el nuestro, lo posibilita. Todo encuentra su sitio aunque sea en el sinsentido.
Por suerte para él ni siquiera como tumor somos gran cosa, puede que no seamos malignos; simplemente hiperplasia benigna de próstata. Para ser tan condenadamente hijos de perra no se nos da demasiado bien la metástasis. Apenas hemos llevado la vesania más allá de la luna, así que mejor no temer nada. Quizá sólo somos un quiste de grasa en su inflada entrepierna, escondido en sus pliegues de carne cósmica, apenas suponemos una molestia; ni un simple prurito.
Puede que algún día este buen dios decida pasarse por su médico de cabecera, hacerse un reconocimiento, unas radiografías, o lo lleven de la mano sus sufridos padres, preocupados porque pone una cara rara cada vez que mea, y al fin se haga algo al respecto, le receten unos antibióticos y le apliquen bisturí, y entonces un meteorito gigante nos aniquilará o una lluvia de radiación nos freirá y nos mandará por fin a todos a tomar por saco.
© JIP
8 comentarios
JIP -
un saludo.
lucy -
un beso
JIP -
un saludo.
Bretona -
un saludo
JIP -
un saludo.
Die Walküre -
JIP -
;)
Charito -
un beso