Vale... y ahora mi versión de los hechos...
Ya te dije, Maite querida (y lo de "querida", ya lo sabes, has de cogerlo con las más grandes pinzas que seas capaz de hallar en tu tocador de opereta), que sí, que bien parece que los dos hablamos, mejor dicho, escribimos castellano, pero que no, que ya te digo que no pensamos tú y yo en el mismo puñetero idioma. ¿Qué pretendes con esto? ¿Provocarme? ¿Que apriete el botón de la Bomba-H? Sabes que soy capaz de eso y bastante más, y que lo soy más para tu desgracia que para tu suerte. Vienes aquí ofreciendo rendición y victoria, el supuesto fin de una guerra. ¿Pretendiendo qué? ¿Tal vez iniciar otra? ¿Tenerme aquí pendiente de tu máscara en mi punto de mira? Sólo que aquí la francotiradora has sido siempre tú, esondiéndote entre las ruinas, mientras que yo no he dejado un momento la asquerosa y puta infantería, mojándome el culo aquí y allá. Creo que en este mismo lugar meses atrás te dije que podrías llegar a ser "pandémica" a poco que te lo propusieras y por lo que veo no me equivoqué en mucho. Y además algo de "prusiana" también emanas, porque un poco como aquellos locos sí eres, aquellos de las dos guerras mundiales a los que tanto les iba la marcha, que si no fuera porque ya no está el mundo como para hacerse añicos a sus pies, a buen seguro la Tercera y Final ya la habrían propiciado.
El juego no acaba, ¿no? No termina. No te da la gana. ¿Es eso? Bien bien, pero no hables de mi odio, ni de mi furia, porque no tienes ni idea, que de todo lo que en esas disciplinas soy capaz no has catado tú ni una cuarta parte y leído en la pantalla no hiere ni la mitad que soltado en plena cara y a las muy claras. Esa suerte tienes. Porque tú no tienes rostro, es verdad, lo tengo en cuenta, pero más que nada lo digo por si los hay que se apuntaron tarde al espectáculo. Tú sólo tienes dedos en la sombra, teclear desde dios sabe dónde. Sólo los justos arrestos para darle al Enter: "Enviar", "Send", "Comentar". Y ahí se acabó Maite. O quien diablo seas. Si es que al menos tú lo sabes. Ni ojos, ni rostro, ni cuerdas vocales. Ni por supuesto sangre. Así que no sé por qué me acusas de haberte derramado por el campo de batalla. No vas ni has ido, ni irás, al menos en lo que a mí respecta, más allá de un logrado boceto de fantasma.
¿Y qué vienes a hacer aquí ahora? Vienes a poner "la bandera de mi victoria en la torre más alta"... ¿Precisamente tú?, la derrotada, la herida, la odiada. ¡Vamos! ¡¿No me digas?! Qué detalle por tu parte, la verdad. Seguro que del todo desinterasado, sin ninguna otra subrepticia maquinación esperando detrás.
Con qué objeto, helado cervatillo, dime... Quieres que muestre a todos lo podrido y sangrante de mis colmillos, ¿quitarle la venda de los ojos? "Qué bueno es a buenas el Javito, ¿no?, ¡pero a malas qué hijoputa!" Siento decepcionarte una vez más, querida, pues a mejor malvendedor de mí mismo no me ganas, que sólo yo vivo 24 horas al día con este todo que soy. ¡Bastante tienes tú contigo!
Aunque a lo mejor lo único que intentas es que todo esto lo vea Paula. Podría ser, podría ser. Abrirle los ojos a ella. O sajárselos. Lástima que ella, todo y sus muchos miedos, sea más valiente que tú, y que, en consecuencia, mi furia ya la haya probado, y en propia piel, no como tú que te quedaste en la pantalla. Pero Paula ya desapareció de mi vida y yo de la suya. Así que llegas tarde... Por cierto, ¿qué tal, Paula?... difícil encontrar un sólo telefóno que funcione en toda Barcelona, ¿eh?... claro, claro. Cómo no. Tú en tu línea. Sigue así... En fin, que no sé qué pretendías, porque si ya viste que no borré tu último desafío-mentira a sus ojos, no sé por qué tal vez pensaste que borraría éste. Que no afrontaría éste como he afrontado todos los demás ante los que me has puesto.
Te acercas aquí diciendo palabras como "te quiero", "te amo", ¡y dirigidas a mí! Y sólo yo sé hasta qué extremo alcanza el absurdo que contienen. Los hay que me han preguntado que si tú eras alguna ex mía escocida por ve a saber qué rencores del pasado. ¡Pero si ni siquiera sé quién es!, ni le he visto la cara, ni le he escuchado una puñetera palabra... Y no será porque no he intentado comprenderte. Cuántas veces te he preguntado "quién eres" y "qué quieres de mí", y tú no has contestado, escrito más que vaguedades. ¿De verdad pretendes que te tome en serio, que tome en serio tus palabras, de la primera a la última, incluso esos "te quiero", cuando ni siquiera has tenido los ovarios de dar la puta cara? Si es que en verdad tienes ovarios, o debieras... ¿Qué clase de guerra ha podido haber siquiera entre tú yo? Las ratas no salen a los campos de batalla; si acaso salen después de la matanza a rapiñar la carne de los muertos.
De todos modos supongo que lo que querías lo has conseguido. Que no era otra cosa que esto. Que me desatara en público y me rebajase a tu altura. Pues ya está, aquí estoy, en el sucio y asqueroso fango del odio y la rabia. Pero en este fango ni siquiera estás tú, ni siquiera en lo más bajo das la cara, porque no tienes, no existe, no eres ni has querido ser más que palabras. Y las palabras sin la mente y el corazón que las alumbra no valen nada. ¿Acaso has hecho tú justicia a tus propias palabras? Si hubieses tenido un mínimo respeto para con ellas y para contigo misma habrías dejado de jugar hace tiempo. Si hubiese habido algo de cierto o sagrado en ellas habrías aparecido, salido de las sombras, por grande que fuese tu miedo. Pero no. Si por el lo contrario hubiesen sido chanza de hoy para carcajeo de mañana mi sinceridad rotunda te habría devuelto al silencio. Pero no. Persististe en la máscara y pesististe en la palabra. Y lo uno con lo otro, almenos conmigo, no funciona. Y eso te lo dejé claro a las primeras de cambio.
Pero felicidades, Maite querida, helada criatura de altos vuelos y alas petrificadas, lo has conseguido, ya hiciste de mí el espectáculo grosero que te propusiste. ¿Divertido? ¿Qué tal se ve desde ahí? ¿Lo suficientemente patético? O tal vez no. Tal vez necesitas más. Tu alma prusiana y pandémica necesita de más y más peste en mis venas... Pero no olvides algo. Mira esa foto. Mi nueva caricatura, tan azul y tan congelada, como tus propias entrañas. ¿Te fijaste bien? No tiene ojos. Y es a posta. Me los arranqué ex-profeso. Ya te dije que si estabas en disposición de morderme el cuello y chuparme la sangre era única y exclusivamente porque estaba de vuelta. De vuelta de ella, de Paula. Y sin ojos. Y también sin apenas alma, pero con la justa y suficiente como para llevarte conmigo al Infierno... Y arderás, vaya si arderás... Palabra de suicida que arderás...
Bueno, creo que esto se va terminando. No te dije en ningún momento que fueses mal recibida en ninguna parte. Ni aquí ni allí. Simplemente no quisiste aparecer. Así que tú verás si te aclaras.
Y mucho menos te heché de ningún sitio. Fuiste tú la que dijiste me voy para luego volver. No voy a ser un servidor quien te acuse de ello puesto que yo mismo lo he hecho tantas veces. Aunque nunca contigo, eso sí.
No puedo impedir que alargues este juego cuanto te dé la gana, pero sí voy a impedir en la medida de lo posible que lo hagas aquí. En lo que a mí respecta se acabó tu función en este teatro puesto que en él soy yo el que mando.
Al fin y al cabo no has querido ser más que un Troll con cierto estilo.
6 comentarios
Anónimo -
AnaDeLuna -
pretérita -
Ana -
Gracias por tu tema...
azuldeblasto -
Recitativo, aria y cabaletta.
Tiene gancho escénico; como que te veo deambular mientras le escupes esto a la susodicha, y que sapos y culebras más bien esculpidos en la palabra, señores: pasen y lean, que aquí no hay desperdicio, hay sacrificio, victima de un Tanhäuser embravecido.
Ser tu enemigo es todo un reto, casi que me apunto solo por ver si seria capaz de mantener la cabeza a flote ante las acometidas del Miura que llevas dentro... tentación ante la cual no sucumbiré porque el buen sentido común ( que es el menos común de los sentidos) me obliga a mantenerme en la retaguardia del lector de un blog de lo más subyugante.
Que pases un buen día, si puedes.
Saludos.
laveron -
y sí ténes ojos! yo los ví( o su imagen).
hasta aquí...esto.
un beso!
laura
PD: si yo fuera maite, lo pensaría dos veces.