¿Te gusta conspirar?
Despiertas y en lugar de hacer lo de siempre, es decir, desperezarte, buscar a tientas las gafas y levantarte de camino al lavabo, te paras un momento a pensar, en silencio, todavía recogido en el calorcillo de las sábanas y las mantas, con los ojos ciegos, abiertos a la semiorscuridad del dormitorio. Piensas. Nada en concreto, pero piensas. En instantes así podrías llegar a pillar a Dios in fraganti colocandónos estratégicamente los cepos: ¡Tiene un pandero realmente gordo, casi ubicuo, y hace por lo menos tres o cuatro evos que no se afeita el muy guarro!
Quiero decir que en momentos así puedes llegar a verle las costuras al absurdo, las palparías incluso a poco que sacases los brazos del lío de mantas y en sus hilos de espino te dejarías las yemas de los dedos: estás tan cerca de la luz del sueño todavía que su poder te recorre aún venas y sinapsis: la realidad se encargará enseguida de lavar todo eso, dejarte yermo de verdedera visión, pero por el momento ahí estás, ni te has movido siquiera, ni amago de hacerlo; simplemente has despertado, abiertos los párpados al día, y soltado los perros de tu mente hambrienta en busca de presa. No hay cazador que no pueda a su vez ser cazado, y el de Arriba, por qué obviarlo, ha sido siempre todo un confiado.
Son, no obstante, pequeños instantes, rápido se esfuman porque algún funcionario divino sí está en su puesto y da la alarma: no es bueno que Despertemos, que lo hagamos así, con mayúsculas, de verdad y en serio, de modo que Lo Real no tarda en venir a envolverte con su manto de languideces y monotonías: el tiempo apremia, llegas tarde a trabajar, te estás meando desde hace horas, y encima tampoco es que te viniese mal un afeitado: los cepos aguardan ávidos tus extremidades...
Segundos de lucidez antes de doblegarte ante un nuevo día. ¿Pero existe realmente eso que llamamos lucidez? Que conteste el silencio, yo no me atrevo. Te preguntas qué demonios estás haciendo aquí, sí, lo haces, así: "¿Qué demonios hago aquí?", y si te quedan todavía unos mínimos de cordura en los adentros vuelves a dejar que conteste el silencio, porque de intentarlo tú estarías perdido: no sólo llegarías tarde a trabajar y sin afeitar, sino que probablemente ni irías siquiera, ese día ni aun el siguiente, ni el siguiente, ni el de después, hasta que al fin te dieran la patada o bien tus vecinos empezasen a notar un olor nauseabundo a las tres semenas...
Supongo que éste es otro de los varios motivos que me traen hasta esta silla y esta pantalla, formar parte de una especie de subterránea Resistencia: "conspirar contra la Realidad" a través de toda esta masa informe de pensamientos. Soñar, y no dormido, que algún derrocamos al Tirano y, nos lleve eso al infierno al que nos lleve, nos liberamos de una vez y para siempre.
7 comentarios
wave -
laveron -
más vale resistir contra el teclado...
un beso!
laura
AnaDeLuna -
tengo sueño;
estiro letamente
mis dos brazos abiertos
que se prenden al aire;
quieren cazar el tiempo,
aprisionarlo pronto,
robarle su secreto,
deshacer bruscamente sus límites estrechos.
Quiero llorar: no sé;
Quiero reir: no puedo.
Los deseos
se estrellan contra la inexorable inercia
del silencio;
sobre mi corazón rueda grávido el peso
de la existencia toda.
Al fin me desperezo.
Logro romper el cerco
del malsano sopor,
pero apenas lo venzo
ya me torna a inavdir
quedamente su tedio.
Luego...
Ya no sé más;
suspiro,
me paso
exprimo el tormentoso
lagar de mi cerebro,
destilo el elixir de su inquietud
en mi pecho...
Sujeto en mi memoria
repite el pensamiento;
la tarde gris y triste me agobia,
¡tengo sueño!...
Ernestina de Champourcin
dernhelm -
a tortas con el mundo, aunque abrigadito en la cama se pueda posponer la lucha
laceci -
:D
Hoy has estado demasiado denso para lo espesa que estoy yo.
woswis -
azuldeblasto -
Y coincido en esas horas del alba, las más lúcidas o las más dolorosas a veces, porque te arrojan al suelo de manera brutal e insoportable.
Seguimos en este infierno.