Misterios de la Carne
Del foso de la nariz fluye el veneno en miasma y púrpura pandemia, bigote abajo, y luego labios abajo, y después la barbilla, resbalando hasta el cuello sin nuez, totalmente blanco, sin vida. Levanta el cuerpo y lo sienta en el sofá, los brazos bajan como ramajes de pesadilla hacia el regazo; yonkis mostrando las picaduras; adictos pidiendo teta; espíritu desecho en demanda de cinco minutos más de falso éxtasis previos a la última agonía. Contempla la muerte en el rostro quieto de ojos calmados, transita por ella, dialoga, intercambian tarjetas para el choque por venir. Se filtra una luz como de dulce anquilosamiento tras una descarga de miorrelajante: los muebles y paredes adquieren el aroma de la risa y lo pusilánime, tararean canciones de cuna y aromas de añejo verano. Saca la navaja. Abre la hoja. Corta la piel de nieve escamada. Rosa negra floreciendo tras el tajo, el tiempo se alarga hasta un nudo de sisapsis colapsadas de contactos epilépticos. Parpedea, tiembla, segrega, excreta allí mismo bilis y heces y orines mefíticos. Sorbe la ponzoña a pequeños besecillos mientras sus pupilas son ya poco más que eclipses de mármol. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Silencio estallando Silencios. Sordo rumor de ventana zaheridora en la inconsciencia. Uno, dos, tres, la aguja del segundero comienza su amanecer y su avanzar en la esfera de lo Nuevo. El hipótalamo en reptil tantea con su lengua bicéfala el aire saturado y pestilente. Ya no hoy ojos. Ni necesidad: la tridimensionalidad ha pasado a ser juego de maternidades fosilizadas por la radiación venérea. Su saliva se ha juntado con el plasma yacente en las venas desbastadas del cadáver. La SombraSierpe abandona el encuadre, quedándose el foco justo en el centro de esa cara sin aliento tirada en la cómoda, toda chupada, exangüe, epítome del tegumento. Muda, sorda, capada... sus ojos están abiertos...
3 comentarios
woswis -
wave -
katakrek -
Podría decirte que esto no lo he entendido, como siempre, pero esta vez no, esta vez se por donde vas.