Desde dentro
Quiero una noche sin sonido,
de amplias honduras, insondables derroteros,
hacer de mí una caída en pozo
y al estrellarme nada,
ni agua saltando,
ni huesos rotos,
ni un sordo gemido;
palpar ese pedazo de negro y mullido bizcocho,
acostarme encima suyo y
que me deje pensar...
Pero hasta las alas muertas de los insectos caducos hacen hoy ruido.
*
Cojo el cuchillo y raspo los bordes tostados
de este coto de umbría sinergia;
engranaje de horas,
pleamar de astros;
remos y ritmos de boga en pos de un rielar matutino
que no me ha de volver a alumbrar.
*
No consigo nada,
la noche sigue sonando,
la siento como hervor,
como prurito,
cual si un desfile pirético y vengador
de recuerdos y poses en aspa,
¡o en áspid!;
venenosos, mordaces, deletéreos,
sierpe mental y viscosa
describiendo ascáridos alfabetos
sobre lo quemado y yermo de mi pensamiento.
*
Se quemó todo,
ardieron el andén ansioso
y la sedienta muralla.
Sombra senil y ceniza de mis amores,
no retengo ya en las yemas ni sus tactos,
en aromas,
ya arruinados.
*
Ciego, perdido en la noche de mi locura,
caigo sin tiempo y sin suelo,
sin remedio;
no habrán agua, huesos, gemido,
al ser esta mi mente una cojera en exceso
escandalosa para tan altas horas de lo vivido.
_____
2 comentarios
Javi -
Gracias a ti por pasarte y dejar huella. Nos leemos.
Paul Kersey -
Gracias por tus versos, se echan en falta más de este tipo entre la podredumbre pseudoartística que puebla la red.