DIARIO DE MI HYDE (8)
Mi casa está infestada de libros. Libros nuevos, libros viejos, bonitos, feos, decididamente horribles, libros ajados y amarillentos que apenas se tienen en pie, de tapas astrosas, podridas, más antiguas que el más viejo de mis recuerdos. Dondequiera que miro, en cualquier habitación, ellos mandan. Más libros de los que podré leer jamás, pero aun así sigo comprándolos, acumulando vacías esperanzas de inmortalidad. Otros fuman, se emborrachan, se envenenan las neuronas con pastillas y ácido y televisión basura. Yo compro libros. De vez en cuando también los leo.
En esa pesadilla irreal e hipertrófica que suelo llamar mi mundo ideal, habría Cafés Librería y Bares Librería, ojo, no cafés ni bares literarios. Es decir, locales con bebidas, camareros, barra, mesas, sillas, gente, café -mucho café-, y libros muchos libros- nada de sabihondos intelectualoides charlataneando sus mierdas escritas, sus mierdas leídas. Los libros no mienten; los hombres en cambio no paran de hacerlo. De modo que en mi mundo ideal de Tabernas y Tascas Librería podrías entrar en uno de esos antros, abierto hasta endiabladamente tarde, pedir un café descafeinado de máquina y mirar los estantes rebosantes de libros, escoger uno y empezar a leer mientras tomas tu café recién hecho, o tu cerveza, o tu agua sin gas, o lo que maldita sea que bebas en las noches de insomnio y más tarde, cuando te marchases, todo te sabría a gloria y probablemente llevases a Cortázar en la cabeza o bajo el brazo, y la eternidad se sentiría mucho más cerca, sea eso lo que demonios sea Para abstemios y anticafeiníticos existirían Librerías de Guardia abiertas las 24 horas
¿Tal vez halláis visto esa deliciosa película, "Shadowlands"? Difícilmente es cine del bueno y ya se sabe, da pereza pensar, dejarse acariciar el alma por buenas historias, mejor comer hamburguesas, doble con queso, el pepinillo me lo quitas por favor, y embozarse las arterias de escoria y palomitas, mientras ¡zam!, ¡bum!, ¡crash!, ¡uauuhhh, viste la textura de ese zombi verde !, el cerebro se te licua en tintura de ensueños infográficos En fin, tanto da, porque todo viene a cuenta de una de sus frases: Leémos para saber que no estamos solos Es bonita, fluye, una suave lapidaria con la que coronar tu requiescat por venir, y a la que no le falta razón, porque en efecto leo para saber que no estoy solo y cada página que leo me confirma lo solo que estoy, lo poco que hay ahí afuera que valga la pena, aparte de las páginas que paso la pescadilla que se devora la cola, los huevos, las entrañas, hasta morir somos poco más que eso trágicos ouróboros de cíclicos sinsentidos...
Pero yo hablaba de libros, qué demonios Deberían crear Librófilos Anónimos, eso estaría bien aunque yo jamás iría. Los habría no obstante que quizá sí querrían curarse esa enfermedad, tan mal visto está hoy día ese vicio asqueroso de la lectura, mucho mejor, ¡dónde va a parar!, dejarse el sueldo en el bingo, el fútbol, las tragaperras, unas putillas de fin de semana, o el apartamento entero maqueado al IKEA style...
Allá cada cuál con sus locuras, porque si no me gastase los cuartos en libros probablemente me los gastaría en uno de esos coches pequeños, potentes, auténticas tumbas volantes, con alerones y spoilers y luces de neón, "tuneao" que lo llaman, y probablemente también iría a todas partes con deportivas blancas de marca y sunglasses ultrafashion, y escucharía música tecnomaquinera, ¡chunta! ¡chunta! ¡chunta! a todo trapo, y en el interior de mi cabeza sólo silbaría el aire, y probablemente también me habría encastado ya con mi carro Mad Max V-8 Interceptor en cualquier árbol, cuneta o rotonda, segando de paso la vida de algún pobre desgraciado que había cogido el coche para comprar pipas. Me irían recogiendo en pedazos de entre el amasijo de hierros como el que monta un puzzle, y entonces un "Mosso" pijete o un guardia siví trotón, según latitudes, haría latrocinio de mis sunglasses hiperfashion que, irónica, paradójicamente, habrían sido lo único que sobreviviera intacto al siniestro. Seguramente no tardaría en dejarse caer por allí un tío, montado en un volskwagen gris descascarillado, tan enfermo y friki como yo, mi William Wilson espiritual, que contemplando mi muerte exclamaría: ¡Ey, ese choque es realmente ballardiano!...
Menos mal que existen los libros, que te tapian por dentro la mente impidiendo que se cuele el viento aullador
© JIP
En esa pesadilla irreal e hipertrófica que suelo llamar mi mundo ideal, habría Cafés Librería y Bares Librería, ojo, no cafés ni bares literarios. Es decir, locales con bebidas, camareros, barra, mesas, sillas, gente, café -mucho café-, y libros muchos libros- nada de sabihondos intelectualoides charlataneando sus mierdas escritas, sus mierdas leídas. Los libros no mienten; los hombres en cambio no paran de hacerlo. De modo que en mi mundo ideal de Tabernas y Tascas Librería podrías entrar en uno de esos antros, abierto hasta endiabladamente tarde, pedir un café descafeinado de máquina y mirar los estantes rebosantes de libros, escoger uno y empezar a leer mientras tomas tu café recién hecho, o tu cerveza, o tu agua sin gas, o lo que maldita sea que bebas en las noches de insomnio y más tarde, cuando te marchases, todo te sabría a gloria y probablemente llevases a Cortázar en la cabeza o bajo el brazo, y la eternidad se sentiría mucho más cerca, sea eso lo que demonios sea Para abstemios y anticafeiníticos existirían Librerías de Guardia abiertas las 24 horas
¿Tal vez halláis visto esa deliciosa película, "Shadowlands"? Difícilmente es cine del bueno y ya se sabe, da pereza pensar, dejarse acariciar el alma por buenas historias, mejor comer hamburguesas, doble con queso, el pepinillo me lo quitas por favor, y embozarse las arterias de escoria y palomitas, mientras ¡zam!, ¡bum!, ¡crash!, ¡uauuhhh, viste la textura de ese zombi verde !, el cerebro se te licua en tintura de ensueños infográficos En fin, tanto da, porque todo viene a cuenta de una de sus frases: Leémos para saber que no estamos solos Es bonita, fluye, una suave lapidaria con la que coronar tu requiescat por venir, y a la que no le falta razón, porque en efecto leo para saber que no estoy solo y cada página que leo me confirma lo solo que estoy, lo poco que hay ahí afuera que valga la pena, aparte de las páginas que paso la pescadilla que se devora la cola, los huevos, las entrañas, hasta morir somos poco más que eso trágicos ouróboros de cíclicos sinsentidos...
Pero yo hablaba de libros, qué demonios Deberían crear Librófilos Anónimos, eso estaría bien aunque yo jamás iría. Los habría no obstante que quizá sí querrían curarse esa enfermedad, tan mal visto está hoy día ese vicio asqueroso de la lectura, mucho mejor, ¡dónde va a parar!, dejarse el sueldo en el bingo, el fútbol, las tragaperras, unas putillas de fin de semana, o el apartamento entero maqueado al IKEA style...
Allá cada cuál con sus locuras, porque si no me gastase los cuartos en libros probablemente me los gastaría en uno de esos coches pequeños, potentes, auténticas tumbas volantes, con alerones y spoilers y luces de neón, "tuneao" que lo llaman, y probablemente también iría a todas partes con deportivas blancas de marca y sunglasses ultrafashion, y escucharía música tecnomaquinera, ¡chunta! ¡chunta! ¡chunta! a todo trapo, y en el interior de mi cabeza sólo silbaría el aire, y probablemente también me habría encastado ya con mi carro Mad Max V-8 Interceptor en cualquier árbol, cuneta o rotonda, segando de paso la vida de algún pobre desgraciado que había cogido el coche para comprar pipas. Me irían recogiendo en pedazos de entre el amasijo de hierros como el que monta un puzzle, y entonces un "Mosso" pijete o un guardia siví trotón, según latitudes, haría latrocinio de mis sunglasses hiperfashion que, irónica, paradójicamente, habrían sido lo único que sobreviviera intacto al siniestro. Seguramente no tardaría en dejarse caer por allí un tío, montado en un volskwagen gris descascarillado, tan enfermo y friki como yo, mi William Wilson espiritual, que contemplando mi muerte exclamaría: ¡Ey, ese choque es realmente ballardiano!...
Menos mal que existen los libros, que te tapian por dentro la mente impidiendo que se cuele el viento aullador
© JIP
6 comentarios
JIP -
XD
JIP -
;)
pauli -
El Charlie -
JIP -
Las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo... y el mío, por supuesto, difiere del tuyo...
El Charlie -