Blogia
tannhauser

DIARIO DE MI HYDE 11

Que desciendan las Tinieblas. Apaga el interruptor. ¡Penétrame de una jodida vez, oscuridad! Soledad; impericia en el susurro… Perdición; abismo de voces… Asfixia; temerario en el aliento… Palabras clavadas en la piel, sangrándome como pequeñas oscuras alimañas, bebiendo mi calvario, vaciándome, con rumor de hiena, deshinchándome, tal que un pulmón necroso atacado de finales estertores. Siento en lo más hondo, con ojos y oídos de entraña, el lacerar de su silencio, su desesperación, su angustia, el zumbido nauseabundo de un gato de eternas colas abrasantes mordiéndome la espalda. Exhausto, noto el romperme, el caer en piezas desmoronado, el saber la vida en tus adentros, de repente, algo indigno de conservar. Pagando el castigo, terminal… expiando el pecado, descarnado…de un lejano e impropio sueño de prometeica lucidez.

Crucifixión, Egon Schiele, 1907


Ya no hay luz; sólo llama… ¿Escribí yo eso? ¡No!... No fui yo, ¿¡Cuándo!?... No hace mucho, fui yo, tu mente disociada… ¡NO!... Ya no hay salida; sólo nada… ¡Nooooo! Ya no es que no haya respuestas, es que ni siquiera hay unos malditos porqués… ¿Quieres significado? ¡Toma este, amortájate con él!... Qué más da todo, a qué conduce… a la Nada, indefectiblemente, cualquier sendero lleva hasta allí, un allí que no es allí, porque es nada y no existen él, ni sus senderos, ni tus malditos pies. Por qué negarlo. Vomita ya esas nieblas románticas, no sirven, estética viciada. Esputa ya esas morales falsarias, podrida fe en podridos altares. Dirige tu mirada helada al frente, si eres capaz. Abre los ojos, sájate los párpados si es preciso, límpiatelos de toda esa basura pegajosa que te vendieron desde que aprendiste, o creíste que habías aprendido, un solo significado, una maldita y mínima verdad, del ruedo de la realidad. Verás que la nada es el todo y que éste no existe porque, salvo en el interior de tu propia paranoia, que es el vivir cada día pensando que existe un objetivo, la negrura fuliginosa inunda la vastedad, esa misma en la que tú, yo, nosotros, vosotros, él… somos espasmos… ni tan siquiera eso, porque no somos… creemos, pensamos, necesitamos saber que somos. Si no, qué salida cabe…

Pero no hay salida, ni luz, que todo es llama, fuego frío, muerto en la nada. A qué engañarse, que no hay puertas, que no hay ventanas, ni tan siquiera un cuarto en el que llorar, o reventar… ni tan siquiera un suelo sobre el que estirarse a agonizar. Que todo está en nosotros… todo lo que existe, que es; la realidad… los otros… tú mismo… Tú mismo eres todo, un todo que no es más que película en inquebrantable reproducción levantada desafiante en mitad de la nada. Un rollo de película de los de usar y tirar, que no se rebobina. Un solo visionado, y luego la eternidad, en espiral…

Estudio de Retrato, Francis Bacon, 1953


Infinitud. Cuánta crueldad y horror resumidos, contenidos en una palabra tan hermosa, líquidamente bella, bella como la orquídea caníbal en mitad de una amazonia de fuertes anhelos, que no son sino sueño; nada saben de ellos, de tus sueños, ni los libros de historia, ni las bibliotecas circulares del infierno. No puedo pensar en la infinitud sin sentir un escalofrío terebrante recorriendo mi infinita finitud, hasta matar el último de mis átomos, hasta convertir en masa pulposa y putrefacta mi misma antimateria. No hay esperanza, sólo llama, sólo ausencia, sólo nada… ¿Cuánto quieres que dure esta impostura?... Dueño de tu destino, puedes apretar el botón ahora mismo, finiquitar, fulminarte aquí y ahora, dejar de ensuciar tu espíritu con esta bazofia… Alcanzar la eternidad, vacía de sinsentidos y preguntas y malditos dolores… de maldita y maravillosa y asesinante duda… o bien puedes aniquilarte día tras día, transcurriendo, sufriendo, interrogándote… Ser valiente, ser cobarde… ¿Dónde la diferencia?… No la hay, que todo es Nada, recuérdalo bien cuando Caronte venga por su tributo. No la olvides, la única seguridad que tendrás en tu vida, tu única posesión verdadera sobre la que edificar, estructurar, almidonar, dulcificar tu sufrir…

El Grito, Edvard Munch, 1893


Si decides alargar tu tortura puedes entretenerte en la sala de espera del verdugo, rellenando crucigramas, quebrándote a trabajar, dormir tu cuerpo, ensoñar tu mente, alquitranarte los pulmones, pulirte el hígado, hasta que todo tu alrededor sepa a almizcle y te parezca que, al menos así, toda esta mierda parece más llevadera. Puedes también sumirte en las aguas del sexo, placenteras, abisales, sin duda tu mejor opción… y esperar, aguardar ignorante la venida del ocaso, como el animal que, de improvisto, se convierte de un zarpazo en muerta presa a digerir… O incluso, tal vez, emborronar papeles y mentes con mentiras en verso, farsas en prosa, esparciendo la podredumbre de tu alma a los cuatro vientos, como un mesías-redentor de tres al cuarto, quizá con la fútil excusa de que el compartir tu miseria en el papel, en los que te escuchan, en los que tal vez incluso creen que te comprenden y te aprehenden, va a exorcizar en algo tu mal congénito; la grandeza de tu pequeñez…

El sueño de la razón produce monstruos; nosotros, todos virus, bacterias mortales, desesperadas, inmersas en una pesadilla de significados y duda. Estigmas de muerte palpitantes, harapientos, malditos por la excrecencia tumoral del espíritu, la terrible sarna de la conciencia... las acarreamos penitentes, cuales cruces espinosas infinitas, llevándolas con nosotros hacia la nada primigenia, ya con los huesos rotos, los dientes esquirlados y vacíos, los ojos pétreos, el alma y la mente locas, sucias, repletas de los tatuajes famélicos de la esencia; excoriadas, emponzoñadas…

Number 1 (Lavender Mist), Jackson Pollock, 1950


Y en el último segundo lo sabes… la nada viene… no a lugar a un paso más… tan sólo unos segundos y estará aquí… como el tren que al fin llega después de tanto retraso… como el tren que al fin parte después de tanto esperar… y lo único que quieres es dormir, al fin, echar una cabezada, sellar tus párpados, sellar tu mente, sellarte, tú todo… y no querer saber más de la luz, de la esperanza, que todo sea al fin llama insensible, gélida Nada… que el revisor pique tu billete sin despertarte, que lo arda en mil tinieblas… que te dejen entrar en paz en ese penetrar las fronteras; arribar finalmente, terminalmente, al reino irreal de la inconsciencia hecha de negros "parasiempres"…

© JIP

5 comentarios

jose luis -

whaaa tio que fuerte me gusta lo que pones pero me hace pensar que eres un suicida en potencia espero equivocarme porque tus palabras son valiosas

JIP -

Gracias a ti también Teresa, aunque yo sí creo que faltan y sobran muchas cosas, demasiadas... ;)

Saludos.

Teresa -

Cuantas veces me he sentido así! digo lo mismo, impresionante! no sobra ni falta una sola palabra.

JIP -

Gracias, Charito... no deja de ser sorprendente -grataemente- que una ideas tan duras gusten a alguien.

saludos

charito -

IMPRESINANTE... no puedo decir más...impresionante. sale la rabia transformada en fuerza, y miras a fuera de otra manera, para ver solo la nada, la gran mentira, y decides vivir por que nada importa, nada.
... me has dejado pasmada... muy bueno.
un saludo