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tannhauser

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No sé si son los años, que empiezan ya a lastrar como lápidas, o los sueños terribles, que me arrasan el descanso. O quizá este estar muerto pero no muerto, tan sin pulso pero a la vez tan despierto, tan en espera de sangre nueva y fresca que me renueve y calorifique la tiesa entraña, el cuerpo frío. Tal vez sea eso, se deba a eso, este agotamiento, este vacío: necesidad perpetua en los ojos de cerrazón y oscuridad, dormirme los días sí, pero también entero lo nocturno y sombrío. Como decía el verso: “¡Dormir, dormir! ¡Toda una eternidad estar dormido”… Creo que necesito una dosis. Una transfusión urgente de los grandes maestros, su savia, su roja savia en forma de plasma de pensamiento, inyectármelo en vena, toda su sangre para adentro. ¿Cómo recargaba pilas Álex, el protagonista de La Naranja Mecánica, cuando se encontraba vacío? Escuchaba al Gran Ludwig Van… Necesitaría algo así, sí, sin duda, sorberle el seso nuevamente a mis grandes “Van”: Bukowski, Céline, Cioran… Miller y Beckett… Eso le daría brío a mis dedos: sed feroz de dedos sobre este teclado.

 

 

 

 

 

Hay un poema del viejo Hank, el gordo Hank, el grande Hank… el gran Charles Van... Se llama “Arrinconado”:

 

bueno, ellos ya decían que llegaría

esto: viejo, perdido el talento, titubeando con

las palabras.

 

escuchando pisadas

sordas, me vuelvo,

miro detrás de mí...

 

aún no, perro viejo,

demasiado pronto.

 

ahora ellos están sentados hablando de

mí: "sí, le ha ocurrido, está

acabado... es una pena".

 

"nunca fue gran cosa,

¿verdad?"

 

"bueno... no, pero ahora...?"

 

ahora

están celebrando mi defunción

en tabernas que yo ya no

frecuento

 

ahora

yo bebo solo

dentro de esta máquina

defectuosa

 

mientras las sombras cobran

formas

peleo en lenta

retirada

 

ahora la promesa que fui

mengua

mengua

 

ahora enciendo otros cigarrillos

me sirvo otras

copas

 

ha sido una hermosa

pelea

 

y aún

lo es.

 

Todos los vivientes somos vampiros pero sólo los escritores transcurrimos arrinconados, con el mono, en el estado permanente de carencia que media entre viaje y viaje, colocón y transfusión y atracón de palabras. Todos los vivientes hincan el diente en este o aquel cuello, esa o cualesquiera otras ajenas carótidas, pero sólo los escritores subsistimos arrinconados, persiguiéndonos cola y alma, mordiéndonoslas, matándonos día a día bajo los propios escorpiones aguijonazos...

 

Sorbiéndonos la sangre...

Mondándonos la víscera...

Urgándonos la mierda...

 

Es una hermosa

pelea

y siempre lo ha

de ser.

 

_____

 

 

 

Fdo: Schreck

3 comentarios

peceme -

sí, las palabras o la falta de ellas aun pueden ser más dolorosas que el mordico de un vampiro.

Javi -

Estoy cansado de morder con las palabras, pero no fueron creadas para otra cosa.

peceme -

Me gusta eso de \"hermosa pelea\". Si algún día escribo una canción se llamará así \"A beautiful fight\".
Nunca dejes de buscar carotidas en forma de palabras que morder.