Sábado en los huesos
Las siete de la tarde de un sábado sin demasiada chicha, pulgoso y en los huesos; pienso, concretamente, en el perro de la portada del libro aquél de Coetzee, "Desgracia"; creo que se acerca bastante.
La semana bien, bueno, tampoco como para tirar cohetes, en la línea de lo de últimamente, a caballo entre muy contados e insólitos brillos y la atonía general. Gente que va y te sorprende -aunque poca, bien es verdad-, de la que no esperabas nada y de pronto te sale con algo que da qué pensar.
O un libro bueno. Que siempre haya algún buen libro que leer es un motivo para que quieras quedarte aquí unos días más, a ver si por fin sucede algo...
También alguna película, por qué no reconocerlo. El hecho de que puedas ver varias películas en unos días hace que sientas el cine como un combate de boxeo. Golpeas y recibes. Por cada buen golpe que conectas sueles encajar tres o cuatro derechazos en la mandíbula y un zurdazo directo al hígado. Hace tiempo que viste las mejores películas y los años no pasan en balde y estás cansado. Ya no eres más que un sparring de tercera. Un espectador doblegado.
Recuerdo mis días de instituto, tenía cuántos, dieciséis, diecisiete años, no hace tanto, ¿verdad? Doce años... A mí me parecen doce puñeteras vidas. Me pesan como remordimientos de asesinato. Recuerdo mi habitación. De noche. Devorando películas. Las del programa de Garci. Las que ponía en video. Las de La 2, en versión original subtitulada. Todo el poco inglés que sé lo aprendi entonces. A oscuras, metido en la cama. Raro era el día que me dormía antes de las tres de la mañana. Días de cine, nunca mejor dicho. Noches de cine. Creo que mi insomnio galopante data de aquellos tiempos.
Ahora en cambio no hay día en que no caiga noqueado al cuarto de hora, a veces mucho antes, a los cinco minutos. Es mucho más que un estar cansado. Es saberte derrengado sin apenas haber hecho nada salvo transcurrir. No es un abatimiento físico. Es un hundimiento moral. Tengo que ir al cine para poder acabar una película. Rascarme el bolsillo.Y aun así a veces me hacen besar la lona: por ejemplo, huid de "El Buen Alemán" como si en ello os fuera la vida, los que todavía estéis a tiempo, claro.
Escribo estas tonterías porque tengo media hora aquí antes de irme a otra cosa. Minutos de la basura de una existencia de matadero. Debería dedicarle un poco mas de tiempo a todo esto, escribir algo sobre las últimas lecturas, las últimas películas, pero acaba imponiéndose el sueño. Una narcotización de los dedos. No un dormir para descansar; un cerrar los ojos para olvidar. Almenos intentarlo. Olvidar.
Es curioso cómo funciona la mente... He continuado leyendo el libro de Barry Gifford para hacer tiempo, no se puede decir que me estuviese fascinando. De repente una frase. El perro de un personaje gaseado porque mordió a dos mujeres. De ahí a la portada de Coetzee y de Coetzee hasta aquí. Un sábado harapiento y de posguerra que acaba aquí y que, lo más probable, no dará más de sí. Una vía muerta.
2 comentarios
Javier -
París-Texas, una triste magnífica película que me trae muchos recuerdos.
Un saludo.
child in time -
Saluditos que diría el Flanders