John Rambo: Esperma de Plomo, Mirada de Merluzo
Para el engelson, alma guapa y descacharrante
que en ocasiones come pipas...
Cuando John Rambo introdujo en nuestro imaginario lúdico y postpopular aquello famoso del "¡no siento las piernas!", al bueno de Richard Crenna, que era un alma recta y bienpensante, ni se le pasó por las mientes que su pupilo se estuviese refiriendo a las tres, las tres piernas; incapaces, insensibles, vamos, para el arrastre. Es un dato a no despreciar ni soslayar, so pena de no pasar por la casilla de salida. Toda la saga Rambo es un enorme y glicerínico fresco acerca de la incapacidad eréctil del héroe atormentado; el mortificante recuerdo del último polvo echado allende las puertas y los años del Dien Bien Phu.
Tú te lo perdiste, !cabrito!
Tras el humetoso -de nuevo interracial- y prometedor acercamiento a los bajorrelieves inguinales de la pequeñuda y del todo apetecible -por aquel entonces- Julia Nickson en "Rambo II", que finalmente se quedó en agua de sanguijuelas vista su inuficiencia cavernosa, John Rambo opta por la huída hacia delante en pos de una siempre necesaria catársis y un celibato espirituoso que lo alejase del humillante estigma de su falta de reprís, esta vez luciendo sus poderóginos bíceps, ya a las alturas de "Rambo III", en la lejana tierra de Afganistán, cuna, como sabemos, de legendarios hombres de paz, donde además, para más seguridad, la fuente de mayor tensión sexual podría provenir del avistamiento furtivo de un ojal de yak. Ni que decir tiene que la vía de escape de nuestro héroe de guerra a semejante carga de lúbrica frustración y requesón retenido es matar, matar, matar. Y matar.
‹‹John... necesito ese yak con "cierta" urgencia, sabes...››
‹‹No se preocupe, Coronel, utilizaremos la táctica del teto...››
Los lustros, sin embrago, no pasan en balde; las carnes, antes prietas y esteroideas, se caen bajo el tiránico yugo de la gravedad, se evaporan los abdominales chocolaterosos, las miradas se amerluzan -más, si cabe- y la pólvora continua igual de mojada. Siguen sin dejar sentirse las piernas. Las tres, sobre todo la del medio; no hay fuego en la caldera. Encontramos finalmente a nuestro héroe en Tailandia currándose el plan de jubilación -y autoflagelándose de paso- mediante la caza junglera de toda índole de serpientes venenosos y demás tóxica reptilia. Por aquello de que un hombre no es un HOMBRE si no es hombre completo, esto es, eréctil, es decir, dueño y señor del control de todas "sus extensiones". Y como el pobre John fue desposeído de su natural "exstensión eréctil y retráctil" en los Vietnames, vamos, que no arriaría una bandera ni con la grúa del puerto, encontramos del todo natural y comprensible que busque suplir este vacío membril a través de "artificiales extensiones" de su hombría, del todo fálicas y exógenas, como puedan serlo una cobra o una "pitón" -ya tiene guasa la cosa.
Rambo Vs. Cobra ¿Quién dijo que ya no había ideas?
En este segmanto fílmico del mito Ramboniano nos apercibimos de que Stallone ya no es John Rambo, es el monstruo de Frankenstein, no en vano se pasa toda la película dándoselas de clon de Robert DeNiro en la tontada aquélla del Kenneth Brannagh, pero con mata de pelo made in Head & Shoulders Old Style. Esta parte es sin lugar a dudas la mejor del películo este, casi me atrevería a decir que la mejor de toda la estirpe First Bloodera. Rambo, es decir, Frankenstein está como una puta regadera. Padece insanas pesadillas de sangre y matanza así como vergonzantes flaschbacks idiocios, directamente expoliados de las anteriores entregas de la saga, con el solo objetivo de alargar el a todas luces escaso metraje y evidenciando con ello que el eximio presupuesto se acabó al segundo lupanar tailandesino. ¿Cabe mayor sinceridad cinematográfica, caballeros?
Sin Comentarios...
Pero sucede que arriban a puerto los medicastros misioneros con cara de malaria y más feos que pegarle a un padre -ya que los actores de primer orden, ninguno quería trabajar de gratis o sólo a cambio de una mamaílla con denominación de origen del sudeste asiático-, y nos joden el divertimento. Les acompaña una rubia tierna y un poco pasada de fecha pero catable, nada que una bolsa de papel no pueda obviar. Nuestro Rambone, otrora semental italiano -quién te ha visto y quién te ve, muchacho-, se pone bruto en presencia de esta madurita zagala, ya que a pesar de saberse muerto de cintura para abajo siempre ha ansiado tener una compañera, su particular "novia de frankenstein", y aunque ésta semeje tener los pelardos rubios en lugar de mechas canas en el monte venusino, qué más da, ¡carajo!, a estas alturas de impotencia ni normal lo mismo valdrá la jamelga para un roto que para un descosido.
Estooo... Rambo es el de la derecha...
Entramos en la fase crítica para poder asimilar en esencia y apriorísticamente la simbología intrínseca de la epopeya "Acorralada"... El monstruo quiere pero no puede, y ella le echa miradas golosas y efervescentes para que la saque a pasear en barca. Esto, consciente de su artrosis varonil, lo frustra y lo pone de muy mala hostia, de modo que su reacción instintiva es hacérselo pagar muy caro al primer ingenuo que pasa por el lugar, para el caso, una masa informe y uniformada de militares birmanos, malos malosos de verdad, perpetradores, a la sazón, de la orgía de sangre más gratuita, tremebunda y hemoglobínicobestiaja que me han tirado a la cara en mi puta vida. Consecuentemente, merecen morir. Una muerte proporcional a su falta. John Frankenstein Rambone lo sabe. Él será el encargado de proporcionársela mediante la segunda orgía de sangre más gratuita, tremebunda y hemogoblínicobarbarisca que me han tirado a los belfos en mi puta vida.
A nuestro héroe sin par -ni polla- le ha sido negado durante décadas el higiénico privilegio de mojar el churrote, ya ni siquiera puede lucir palmito y enamorar a las nenas aunque sea de puertas afuera -asesores con estudios elementales y un conserje le recomendaron no quitarse, ¡por Dios, ni loco!, la camiseta-... ¿Conque qué le queda? Lo que ha hecho siempre. Aquello que mejor sabe hacer. Para lo que lo entrenaron. Para lo que nació: matar, matar, matar. Y matar.
La del pulpo... By John Rambo
A cambio de no poder inseminar al bello sexo con su miembro descabezado, John Rambo fecunda de muerte los cuerpos de estos birmanos malignos con su esperma de plomo. Es para verlo. Menudo espectáculo grandipirotécnicolocuente. Agarrado a la ametralladora como se agarra uno la zambomba en los últimos y vitales y eyaculantes momentos. Músculos resbaloides en tensión, grito en boca torcida, gesto paroxístico. Éxtasis del correrse del copón. El arma, eminentemente fálica y dura, sustituye en su imaginario enfermo a las blandurrias serpientes, metamorfoseándose en La Extensión óptima de su falo incapaz y flacciducho, desbrozando al paso de su plomiza eyaculatoria la carne enemiga con inversa energía seminal; esto es, fertilizándola a través de la muerte. Y de paso, como impagable bonus track, giño metacinematográfico a sus ramboides fans irredentos, superando el Body Counter oficial de "Hot Shots 2," y erigiéndose con el oficioso y condecoroso título de "peli-con-más-muerte-machuca-gore-destripa-eviscera-implosiona-obsceno-salpica-ketchup-desmembramientos" en pantalla de la Historia del Kinematógrafo.
Coitus Estrozantus
Como colofón orgiástico y poético-ajusticiador a tan loable plusmarca, la Criatura Rambone apuntilla el clímax fílmico escojonciorebanando al Big Boss de las satánicas hordas birmanesas de milicos, no por sádico asesino de inocentes campestrurcios aldeanos que ni pinchaban ni cortaban ni cobraron como extras, sino por maricón. Tal como suena. Por envidia cochina; que teniendo como tienes, sucio cabrón de ojos truquiñuelos y chinosos, una herramienta en su sitio y como lo manda Dios, la utilices tan desviadamente, y yo mientras tanto, legendario semental espagueti, ni machacármela pueda con la Private... ¡Toma, toma, toma! (facazo/penetración/desventración). El Bien puro y casto siempre ha de triunfar sobre el malignoso birmano, y homosexual...
John Rambo, siempre vigilante de que no se produzcan atascos
a la salida de los armarios...
Hasta ahora hemos asistido atónitos y epatados a tan grande demostración didáctica y emprírica de los valores que han hecho de OrtoAmérica y el Primer Mundo la reserva espiritual del Cosmos y ardemos en deseos de que el desenlace a semejante canto al sacrificio individual en pos del bien de la mancomunidad de vecinos globales nos haga dormir seguros y tranquilos y felisucos.
¿Sí? ¿Hasta aquí bien? Pues agárrense los machos porque va al final y en el último momento nos joden el pitillo postcoito. Algún cretino de las narices le debió hablar del eterno retorno nietzscheano a Sly: "que esta mierda vende, tío"... y de repente al capullo de Silvester se le iluminó la mollera. Ahí lo tenemos en los últimos minutos de proyección, de vuelta a casa, "Home, Sweet Home", la granja familiar, dispuesto a acabar sus días sembrando maíz y criando cochinos. Después de toda una vida entregada a la locura y la masacre y la añoranza del apareamiento, John Rambo, que ya ha dejado de ser Frankenstein y de ser Rambone y de ser legendario, finiquita su saga como la empezó, a pie por una carretera secundaria, chaquetón y petate del ejército al hombro, impecables, como recién salidos del horno, de lo que deducimos que no hay quien serigrafíe tejidos como los Ejércitos de los Estados Unidos de OrtoAmérica.
Hoy m'apetece pescaíto frito...
Tras haber aprendido que mandar a la mierda el mundo no tiene por qué ser siempre la primera opción; después de asumir que ya mató cuanto bicho viviente estaba en su mano escogorciar; luego de aceptar que el destino no guarda para él ninguna "novia" pintando canas en el pubis; que su capitán garfio no ha de volver a bailar; Rambo, nuestro siempre entrañable y ya cansado John Rambo, deja atrás su único talento, asesinar diabólicas almas uniformadas, y enfila el sendero que conduce a una vida en la sombra de los últimos días: tan puta y normal.
Hay que joderse con los guionistas, su primer disparo siempre directo a la Poesía...
Y media pasadas y el Dennehy sin aparecer...
17 comentarios
europeos idiotas -
Javier -
Los pelos como escarpias sólo de recordar!!!
saludo!
Vicente -
Javi -
Salute!
coronelta -
El onanismo mental de los sábados por la mañana da sus frutos ;)
Javier -
Rodolfo -
Javier -
Se admiten apuestas.
Javier -
el_rey_de_amarillo -
Un detalle jodido para los amantes del merluzo es que Rambo no podrá tener descendencia, desde que los Charlie le sacaron los huevetes en las torturas. Así que olvidaos de secuelas al estilo del "Hijo de Rambo". Quizás hagan un retorno a los orígenes: "Rambo de pequeño" ( enculando al perro de Heidi). En fin...
Sea como fuere, un saludo y chapó por el artículo. Ciao ;)
komanche -
Javier -
Me alegra mucho que te guste mi hallazgo analítico-textual de la simbología que arrastra la escena de la ametralladora. Consulté varios números del "Cahiers" y del "Dirigido", así como la edición virtual del "Mondobrutto" y la utilización del vocablo "seminal" en este contexto es más que correcta.
Saludos.
engelson -
"desbrozando al paso de su plomiza eyaculatoria la carne enemiga con inversa energía seminal; esto es, fertilizándola a través de la muerte"
...jajajajajaaaaaaaaaaaaaa, ay
Javier -
De todos modos yo sigo muy esperanzado con la posibilidad de que Sly recapacite y nos regale una última entrega oldie: "Cobretti Last Years".
Saludos estalentaos.
Javier -
Muy de acuerdo en que las capacidades oratorias de Rambo, sobre todo en la escena de la barca con el mercenario colvorotas, son dignas, no ya de un héroe de guerra de su talla, sino mismamente las de un Presidente de la ACME LTd.
Ojalá hayas podido seguir escojonciándote a gusto en sucesivas lecturas de este eminente estudio de sentimentaliaddes humanas y nuevas potencialidades adjetivales.
cuvric -
Del mismo modo que hay que elegir entre Barça y Real Madrid, había que elegir entre Sly y Arnold.
Yo era de Sly.
engelson -
descojonamiento también con lo del ojal de yak, muy bien traído, si algo es Rambo es un seductor nato, la reencarnación del Tenorio o del Casanova ese, pero mejorado con una labia y una capacidad retórica y conversacional de flipar
en fin, que me lo voy a leer un par de veces más porque seguro que se me ha escapado algún detalle con el que descojonarme, pero no descojonarme de Rambo como personaje humano y traumatizado, sino de la capullez de unos militares que se dedican a masacrar inocentes sin caer en el pequeño detalle de que ahí al lado hay un veterano de Vietnam con ganas de desfogarse en el único campo en el que es capaz de desfogarse: la destrucción de la maldad pura, a poder ser con gran gasto de pólvora o buena dosis de dolor