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tannhauser

Circo

 

Estamos dispuestos, el momento se acerca. El miedo había sido un sudor caliente apelmazado sobre las pieles durante horas, un hundimiento y resquemor en el fondo del estómago, arqueando lomos, frunciendo ceños, toda la mañana. Eso ya pasó. Qué temer ya sino el segundo que no pasa, qué peor que ese poco pero largo que falta para que la puerta se abra... Mirando alrededor. Sólo futura carne muerta. Carne que ha de morir. Que habré de matar. Antes de que me mate. Carne con la que he reído, dormido, yacido. Carne muerta. Apenas ya deben quedar minutos. Minutos últimos. Los últimos segundos de esta carne muerta que habré de matar... Se abre la puerta y nos sacan. Nos suben arriba, desnudos, en rebaño. Y al fin nos lanzan a la esfera aullante y sedienta. Gritos. Zumbido. Ruido de gargantas en cuchillo seccionando el oído. Antes de acabado este pensamiento todo ha comenzado. Se echa sobre mí la garra encendida y la esquivo, mientras pasa rozando le sajo el vientre de un manotazo hasta el hígado. Cae muerto al cemento. Llevábamos cinco años juntos. Corro y reboto contra el muro, eludo otro ataque directo. Me lanzo en tallo lumínico sobre su columna vertebral. Partida en dos. Partido en dos, cae a izquierda y derecha, un pedazo a cada lado, tronco y piernas, borbotando negra sangre. Sube el volumen. Pujan y pujan los alaridos. Las bestias se divierten. Las bestias quieren más. Encajo zarpazo y tajadura en sierpe, abajo, en lo alto del muslo. Descuido imperdonable. Me desplazo en salto y barrena sobre el muelle oscilante de ascuas. Bebo el fuego y lo trago. Siento venir sobre mi el remate de gracia antes de haberse ordenado en su cerebro. Aguardo. Espero. La pierna izquierda es un odre infame de rubro dolor. Se decide, traspasa, y se planta ante mí, me tiene... Se ha equivocado, lo tengo yo, me descuelgo en cascada desapareciendo de sus teleobjetivos; estoy a su espalda y todavía me busca. Regurgito los fuegos, los escupo en aldabones abrasadores sobre su nuca y hombros. Cae el suelo en barrena deshaciéndose en estertores, antes de llegar al suelo ya no es sino masa incandescente en fundición: gota de lava cárnica que llueve sobre la muerta carne de los amigos; 3 años atrás me salvó la vida. Latigazo sónico a mis doce. Subo y soslayo por muy poco. Quedamos cinco y alguien ha sacado ya el armamento pesado. 39 grados y subiendo. Me quieren recocer por dentro. Localizo la onda. Cambio a termales y deslizo. Llego al paredón trapezoide, me sigue... ya ha caído. Cuando se da vuelta para atraparme estoy encima. Me mira a los ojos. Lo miro. Reímos tanto juntos. Reviento mi mano en puño contra su cráneo. Ya hecho pulpa, sanguinolento gris encefálico, cae en espiral hasta la rejilla de inorgánicos. Eso les ha gustado. Rugen. Rugen. Hoy está siendo un buen día. Hoy los animales no quieren parar... Acabo de perder un brazo. Me lo ha estallado en pleno vuelo. Sólo ella y yo quedamos. No consigo verla... No consigo verla... Dónde estás... Un azote sináptico y pierdo la pierna por la tajadura inicial. Me retiro al circo vítreo en desbandada. Intento regenear. Imposible. Demasiada pérdida. Demasiada carne de mi carne entera muerta y por los suelos, por el aire, fulminada. Demasiada. Ella y yo fuimos amantes. Todos los animales gritan. Ella y yo fuimos amantes. Todos los animales quieren más. Ella y yo fuimos amantes... y ahora me va a matar...

2 comentarios

laceci -

Se tenía que haber titulado "Albóndigas de odio" o algo así

;-P

woswis -

Pero si hasta de Street Fighter se puede hacer literatura!!! Bueno, más bien creo que estás inspirado en Mortal Kombat... Te desbocas de puta madre tío.