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tannhauser

The Big Sleep

Eh... Eh... ¿Estás ahí?... No te veo pero apuesto a que sí. Hace frío aquí. Jamás... jamás pensé que podría llegar a ser tan oscuro. Aunque, claro, tampoco pensé que llegaría a bajar aquí nunca. Es toda una sorpresa, sabes... toda una... sorpresa, sí... Me lo imaginaba, no sé, un poco como el conde de montecristo, la celda, los barrotes, el cuenco, hasta el agujero en la... en la pared. Pero no hay paredes aquí, ¿no?, ¿no es verdad?, no, no las hay, no hace falta que respondas, ya me doy cuenta, aunque bien debo estar sentado en algo, ¿no?... Sí... probablemente. Y, bueno, el tipo de Dumas tenía una barba sucia y yo, mira... ¡nada de nada! Yo jamás me dejaría una barba así, no lo soportaría, el picor... ¿Y cuánto tardaría? Yo no podría aguantar aquí el tiempo necesario. Es decir, no podré, ya sabes a qué me refiero... Me da miedo moverme, creo que estaré aquí todo el tiempo, hasta que suceda lo que tenga que suceder, lo que sea, pero no pienso moverme. Estoy bien aquí, estoy bien así, además, tengo mucho frío, sabes... mucho frío. ¿Qué?, ¿que por qué estoy aquí?, ¿por qué he bajado?... De verdad crees que he bajado por propia inicitaiva, ¿aquí?, ¿a esto?... ¡Qué pregunta tan estúpida!, y viniendo de ti, que tan bien dices que me conoces, claro que ha sido a propósito, lo sé, yo también te conozco algo; una provocación más que agregar a la lista. Todo está muerto allá arriba, lo sabes. Ya no hay aire, no hay agua, no hay oportunidad, pero aun así no bajé, deberías saberlo; de hecho lo sabes. Algo me trajo hasta aquí... o me llevó con él, no lo sé bien, cayendo, cayendo... cayendo... ¡¿Qué ha sido eso?!... ¿Eres tú? ¿Por qué no vienes hasta aquí?, hace mucho frío aquí y no veo nada... Tal vez... tal vez me he quedado ciego... No, no vendrás, tú nunca sales, nunca te alumbras la cara, ni te quitarías la máscara aun a riesgo de no volver jamás a recobrar la piel; ni el pavor a convertirte en el engaño que te pretendes te haría enseñar un solo átomo. No, no susurres, no voy a ir. Ya estoy ciego, no me hacen faltan ligaduras, no necesito retenerme. Estoy mejor aquí, encogido, tiritando, pero no un paso más... No. Al fin y al cabo ya bajé hasta aquí, ¿no?... Sí, bajé, o me tiré de cabeza, tanto da, ¿no crees?, al fin y al cabo todo se ha acabado arriba, yo me encargué de destrozarlo. Sí, es verdad, lo hice trizas a golpes de lengua y hacha, siempre en guardia y siempre en lucha, siempre guerreando y berreando. Menudo idiota, ¿verdad?, pero qué idiotez, oh qué tamaña estupidez, jamás se vio una imbecilidad tan destructora. Eso sí, para eso sí sirvo, ¿no?, eso sí lo sé hacer bien. Bramido y guadaña, y después nada, infértil lo feraz; rosas quemadas. Conque sí, ahí la tienes, mi confesión, fui yo, me traje hasta aquí, qué me quedaba si no... Allí arriba ya arramblé con todo, me quedaba esto, las propias entrañas, descender, descender hasta aquí, y una vez allí, una vez aquí... ¿Qué?... Este frío. Esta oscuridad. Son míos. Soy yo. Jamás pensé que llegaría hasta aquí. Jamás pensé que sería todo esto... Tanto hablar y hablar, y escribir, todo mierda, todo basura... ¿Y ahora qué?, ¿de qué sirve todo eso aquí?, toda esa palabrería que es también todo esto y que ahora nada puede contra sí misma. Capaz de destruir pero no de destruirse. Basura, basura, mierda... No, ya lo sabes, por eso ríes, o quizá no ríes, quizá lloras, ¿qué es ese murmullo?, dime. Tú también llegaste, te abalanzaste sobre ti hasta el negro fondo pestilente de ti misma después de haberlo arrasado todo, haberlos matado a todos, incluso a él. ¿Y qué pasó entonces? Oíste voces, gritaste, preguntaste si había alguien ahí, y no había nadie... ¿No? Al fin y al cabo todo aquello no era más que tú más íntimo ti, el más podrido y descarnado. Dime, ¿hacía tanto frío?... ¿Era tan oscuro?... ¿Y cómo conseguiste salir de allí?, cómo narices te las arreglaste para llegar hasta éste, mi intestino enfermo y bastardo... Te atreviste a moverte, a dar un paso en aquella helada negrura, ya lo veo, fuiste más valiente que yo y pudiste arrastrarte hasta aquí, y una vez aquí, mamarme, alimentarte de mi bilis corroída: prosperaste alimentandónte de mi odio una vez consumiste todo tu cuerpo, tu entera vida, dejando tan sólo un mondado exoesqueleto ungido en venecianos antifaces. Pero ahora qué, ya no hay más combustible, nada más que quemar, que arrasar, se acabó la vida, me la ventilé a desbocadas risotadas. Y aquí esto, aquí me tienes, pero no me voy a mover ni un ápice, ya te lo he dicho, hace demasiado frío, y con el frío extremo me acaba doliendo siempre la cabeza. Y cuando eso ocurre la temperatura sube, y sube la náusea, hasta que no puedo más, estoy al borde del reventar, y entonces no me queda más remedio que vomitar, sí, vomitarlo todo, hasta sacar por la boca el estómago, el hígado, los intestinos, como en esa peli de Fulci. ¿Y qué pasaría si vomitase? Lo sabes, sí, no hagas que no con la cabeza que todo y verte te olisqueo y te conozco como si fueses el hedor de mi propio sobaco. Sabes perfectamente qué pasaría: que te irías inodoro abajo, perdida para siempre en el maelstrom de un tirar de la cadena. Pero tranquila, que no me he de mover, seguiré así, ovillado, apretándome todo tal que si fuese un paquete urgente 24 horas, no dejando escapar más calor que el justo y necesario, así no crecerá en mí la migraña, mi gran bestia negra. Además, el tiempo no va a ser aquí infinito, ya deberías haberlo supuesto. No lo es en parte alguna del Universo en la que exista el pálpito, así que por qué debiera ser aquí distinto, ¿eh?, dime... Sí, ya sé, ya sé, sé que no vas a contestar. De todos modos empieza a hacer el equipaje, esto no va a durar demasiado, tal vez no haya paredes aquí, o yo no pueda verlas, pero éstas siguen siendo mis cochinas entrañas, mis podridas, sucias, enmierdadas entrañas. Y pienso matarme. Pienso matarlas. Y con ellas a ti. ¿Has cogido ya el cepillo de dientes? ¿Y unos cuantos pares de medias?, si es que alguna vez las usaste... ¿Cuál crees que sería el mejor modo?... No, no te estoy preguntando por el más rápido, tampoco por el más elegante... ¿Qué crees que merezco?: sufrir, padecer hasta lo último, o bien no enterarme de nada. Piensa bien en todo el mal que he hecho antes de responder... Piénsalo bien... ¿Y puestos a elucubrar?, ¿cuál crees que se ajusta más a mi estilo?... No, no te rías, sé que te estás riendo. La pistola, ¿no?, el descerrajazo súbito y sordo en mitad de la noche, en plena sien, pintando un Pollock monocromo en la pared del dormitorio. Eso estaría bien, ¿no?, me va, me va... Lástima que esto no sea América, ni una peli de David Lynch, y yo no tenga en el cajón de mi cómoda un revólver con el que levantarme la tapa de los sesos... ¿Entonces qué más? Ya, las pastillas, la cuchilla... Todo lo que no sea eso me parece demasiado aparatoso, incluso el nudo corredizo, y el muro de cemento a 190 para qué mentarlo... ¿Sabes?, no sé por qué te cuento todo esto, podría estar aquí mudo sin mediar palabra y hacer lo que tuviera que hacer llegado el momento, y hasta ese entonces esperar, como muchas veces me gusta imaginar a Kurt Vonnegut, en silencio, sin mediar palabra, en el sótano del Matadero 5, mientras arriba a Dresde la convertían en una Pompeya de Ultramodernidad. Sólo que Vonnegut volvió a la superficie, le obligaron los boches, sus carceleros, él y los otros prisioneros debían salir al exterior arrasado a desenterrar a los muertos, que no eran sólo y simplemente muertos, eran carbones con forma humana en los más variopintos rictus de final. Pero todo tiene un por qué en este asco de vida, lo sabes, y Vonnegut subió a la superficie, salió con bien de todo aquello porque debía escribir: "Madre Noche", "Cuna de Gato", "El Desayuno de los Campeones", "Barbazul"... antes de decidir arrojarme hasta aquí andaba leyendo "El Francotirador", realmente buena, te la recomiendo... Y es por eso mismo que yo no pienso salir, voy a quedarme aquí sin mover un solo dedo hasta que decida si tajo en vena o el sueño de los barbitúricos. No tengo nada que hacer allí. Ya no. Y mucho menos escribir. ¿Te he contado alguna vez por qué empecé a escribir?... Es simple. Necesitaba demostrarme que no era un inútil integral, una nulidad. Por eso, aunque yo no fuese consciente entonces, pero sí, por eso. Tenía que conseguirlo, sí, subir el escalón, ascender uno no, varios peldaños, alejarme, y no porque hubiera nacido para cavar zanjas, darle al pico, poner tochanas, deslomarme de sol a sol en la obra o asfaltando una maldita carretera. No. Se trataba de un escalón mayor, más alto, embriagador; se trataba de valer para el mundo, este mundo, esta vida, ser de los que muerden antes que ser mordidos. Pero no valía, ¿sabes?... bueno, claro que lo sabes, tú la sabes todo, ¿no?... Claro, cómo si no habrías llegado hasta aquí, hasta este mí que ni siquiera yo conocía y mucho menos me habría atrevido a imaginar... Conque ya lo sabes, yo también lo sabía, o mejor, lo sentía, como se sienten las cosas mínimas e íntimas, también las terribles. Sabía que no tenía madera de escalador, pero yo aun así quise escalar. Y de ahí la escritura, supongo. Todo esto supongo. Y todo el destrozo de allá afuera también. Supongo. Empecé a unir palabras, conectar frases, mal que bien, con todo mi empeño, todo y saber que apenas valían nada. Leí, leí, leí, hasta dejarme los ojos. Yo era estúpido, la nulidad del más bajo escalón venida al mundo únicamente para levantar paredes, pero allí estaba, leyendo, descifrando; sacando fuerzas de donde no las había para dejar de ser yo mismo y comprender; aprehender. La gente leía lo que escribía, decían: "Oh, lo haces muy bien", muy bien, sí, "Oh, podrías dedicarte"... pero yo sabía. Que estaban equivocados. Ellos no habían leído. No eran verdaderos expertos. Lo mío no valía nada. Jamás pasaría el examen de un profesional. Yo lo sabía y al fin y al cabo todo aquello suyo no era sino que palabrería: a ellos no les iba la vida en ello, era a mí a quien me iba, y yo sabía que no era bueno. No lo suficiente. Siempre me faltó algo. Y siempre me faltará. Porque no se me da bien escalar, no tengo el cuerpo, ni la inteligencia, ni la astucia. Ni por supuesto las agallas. Me quedé a medio escalón, varado, un bueno para nada, salvo quizá, eso sí, para arrasar... ¿Te suena la cantinela, no? Sí, te la sabes bien, de pe a pa, de principio a fin. De todos modos creo que durante un tiempo no lo hice mal, conseguí engañar a bastantes, creyeron en mí, se depositaron, pero no pude engatusar al principal, yo mismo: me he tenido siempre demasiado cerca como para no descubrirme una y otra vez. Mi mejor espía y mi mayor traidor. No mi peor enemigo, que ése ya sabemos los dos quién es, ¿verdad?... No contestes, es igual, no hace falta, para lo que nos queda aquí sobran ya las palabras, incluso los silencios, y los pulmones empiezan a no responder. Hace tanto frío que si me corto las venas la sangre se me petrificaría antes de caer al suelo, como en La Cosa; exagerado dolor y un muy parco resultado. Mejor dormir, ¿no? Eso, cobarde en la vida y cobarde en la muerte. Un largo dormir hasta un jamás despertar, así desapareceremos, y desaparecerán los "luegos", los "antes", los "entretanto", la "farsa" en definitiva, de eso se trata, de que se apaguen ya los focos y caiga el telón, porque todo estaba ya escrito y no hemos hecho más que intentar salirnos del papel en vano, desgañítándonos, dejándonos la vida y el corazón para apenas nada, ilusiones rotas y la piel toda arañada de rasgar este traje de comedieta, esta camisa de fuerza llamada realidad. Conque no vendría mal un sueño, ¿qué te parece?, el big sleep chandleriano... Total, todo está perdido arriba y nada hay que valga la pena aquí dentro; sigo varado, colgado a mitad de escalada y hace demasiado frío. Demasiado afilados, en exceso gélidos, estos hielos, sobre todo para mí, para alguien como yo, que debería ya llevar años cargando sacos de cemento y sin sueños, y en cambio esta aquí. Pendiendo de un hilo que no había de conducir jamás a cima alguna. Así que voy a decidirme por el sueño. Cortaré la cuerda. Cerraré los ojos, la Oscuridad envolverá a la oscuridad, el Frío al frío, el silencio se tornará Silencio. Ya iba siendo hora, ¿no te parece?... Eh... Eh... ¿Sigues ahí?

6 comentarios

tammm -

mmm, nose como llegue aca a leer lo que leo estando donde estoy, nose, pero esta bueno, muy bueno!! posta!!! soy de argentina y hay terminos que no entiendo del todo, pero aun asi creo que lo que todo tiene algo de especial o de diferente talvez, nose, la verdad que nose, en fin...todo esto esta muy bueno, sos un grande, como tantos grandes...saludos!! exitos!!!

Javier -

Ya veo que sí, sí sigues ahí...

cervatillo -

Como tú quieras, Javier, como tú quieras...

katakrek -

Estoy orgulloso de que a mí también hayas conseguido engañarme. Por mucho que intentes decirme que eres un inútil, no cambiaré de opinion. Subjetivamente afirmo, una vez más, que escribes bien... Por lo menos sin cometer tantas faltas como yo... juas.

sergi -

inpuntual como de costumbre, pero me he pasado por tu blog como te dije. y me alegra ver que sigues escribiendo bonito, pero creo que ahora utilizas más las tripas que la cabeza y tu rico bocabulario. y me parece de puta madre, por supuesto.
no dejes la metralleta, que las ratas invaden (de parte del amigo hank, claro).

woswis -

Sigo pensando que sabes escribir mucho mejor y de forma más interesante que muchos de los que "venden". Por lo menos sabes que escribir te salva algo de la nulidad. Yo, por mi parte, seguiré creyendo en tí.