Vendrá la Muerte...
Envía el mail clicando con el ratón, lo suelta, se queda un momento mirando fijo la pantalla con las manos cruzadas, sobre éstas el mentón, "sí, todo está como parado", piensa, y sigue mirando la pantalla un buen rato como miraría la línea de un horizonte en dunas un náufrago desértico al que ya se le acabó el agua. Piensa en los versos de Pavese que acaba de copiar, de enviar a dios sabe dónde; en ese sublime a la par que terrible "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Vuelve a coger el libro, busca el poema, que está de los últimos, que es de los finales, del libro y de la vida del hombre que los trajo al mundo. Relee: "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos / esta muerte que nos acompaña de la mañana a la noche, insomne... La muerte tiene una mirada para todos. / Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. / Será como abandonar un vicio, / como ver que emerge de nuevo / un rostro muerto en el espejo. / como escuchar un labio cerrado. / Descenderemos al remolino, mudos". "Como abandonar un vicio" se repite... ¿El vicio de vivir?, ¿el de amanecer cada alba como si uno y el siguiente no hubiesen de ser más que una sucesión de parpadeos que nada tienen que ver con la vida?. Tal vez eso. Tal vez sólo eso: "un rostro muerto en el espejo" cada mañana, al lavarte la cara. Piensa en el espejo y piensa en el rostro sin vida, y acaba cayendo en Pavese. Vuelve a coger el libro, sabe que no tiene foto, pero aun así ojea las solapas: negras. Tiene un ligero recuerdo del rostro de Pavese aunque lo mezcla sin saber por qué con el de Calvino, a buen seguro por ser los dos italianos. De todos modos es igual, sería tan fácil como entrar en "google" su nombre, aparecerían cientos de fotografías, pero no lo hace, prefiere imaginarlo muerto boca abajo, imaginar que lo encontraron así, muerto boca abajo en su habitación del hotel "Roma" de Turín aquel 27 de agosto. O tal vez ladeado, de forma que si lo afronta de cara sólo ve la espalda arqueada, la nuca quietísima, pero y si mirara a la pared de enfrente, donde el espejo... entonces sí, entonces le vería media cara, quién sabe si no con los ojos entreabiertos, la lengua casi fuera. Demasiado truculento. Pero sí, algo así, como el truco de Vermeer en el Matrimono Arnolfini, o lo más imposible todavia de Rick Deckard en "Blade Runner", sacando replicantes de una foto en la que jamás los hubo. También los replicantes morirían, del primero al último, pero no por su propia mano como Pavese... "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Se pregunta qué ojos, cómo de grandes, de poco azules o muy marrones, aquellos ojos que al parecer fueron los de Constance Dowling, una actriz por la que el escritor perdió la cabeza. Se pregunta, se pregunta, se remueve en la silla, vuelve a mirar el libro de negras solapas, y luego de nuevo la pantalla, haciendo otra vez de ella la habitación, el espejo, el cadáver que no es ya más que un manojo de demasiados despertares. Preguntas, preguntas, preguntas... "Se puede volver uno loco si se hace demasiadas". Al fin se decide a tirar de internet y buscar ago más, pero evitará las fotos, sí: "No quiero ver la cara del muerto más que a través del espejo". Pavese dejó algo así como una nota a los que nos habíamos de topar a la mañana siguiente con su cuerpo cansado de amaneceres: "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No murmuren demasiados chismes". Y en su Diario, "El Oficio de Vivir", su última anotación, nueve días antes: "Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más". La última escritura de un escritor que decidió dejar de serlo. Renunció a las palabras y después a la vida, ¿también al amor?. Quién sabe, a lo mejor fue el amor el que renunció a él y de ahí todo lo otro, incluida su mirada muerta mirándome a través del espejo. Bueno, ya es suficiente, él decidió despedirse del oficio de vivir, de este vicio de existir que debía ya sentir como una especie de muerte constelada por los insoportables días. "¿Quién va a reprochárselo? Yo no, desde luego". No, mejor no pensar demasiado, al menos por hoy, de modo que apaga el monitor y se levanta: ya sabe cuál ha de ser el próximo libro que compre... aunque, ¿estará a tiempo?... todo anda tan parado últimamente y hace tantos días que no se escucha ningún tren...
1 comentario
katakrek -
Por cierto, post truculento, sí, pero redondo.