Por eso Carvalho los quemaba
No hace ni un mes que me invitaron, muy amablemente, eso sí, a abandonar de forma voluntaria mi puesto de trabajo y ya estoy fuera de onda. Sin ganas, ojeando EL PAÍS en busca de alguna noticia o foto a la que hincarle el diente, me topo de bruces con que Pérez-Reverte saca nueva novela: esta vez el invento se titula "Un día de cólera", y por lo visto va sobre el archifamoso día 2 de mayo, del 1808, ojo -por si los hay leyendo, pobres, que los pilló la LOGSE o aun los despropósitos educacionales posteriores-. Y, qué curioso, lo que más me llama la atención no es no la portada del libro ni ese careto de Arturo, tan ensayado lo tiene, de sabérselas todas, sino la frasecita lapidario-publicitaria con la que te lo venden, nos lo venden, mejor dicho, os lo van a vender, porque aquí un servidor, por seguidor que sea de don Arturito, en el paro como estoy, no pienso gastarme un duro en libros hasta que míster Rajoy cumpla la mentira-quimera esa de eliminar las retenciones fiscales en nómina a los setecientoeuristas; hay que ver cómo le dan algunos al garrafón, la Virgen... Aunque bien mirado, mejor me desdigo, escribí digo pero mejor digo Diego, porque si tengo que esperar a que los peperos cumplan sus promesas electorales no vuelvo a comprarme un libro en la vida...
Bien, a lo que iba, que la frasecita de marras dice así: "Nadie lo había contado así", lo del 2 de mayo, se entiende, aquello chungo de los fusilamientos y los gabachos pasándonos a cuchillo y el pobre desgraciado aquel, el de la camisa amarilla, de guarra y de puro sobada, porque en aquél entonces no había ni Norit ni Micolor ni Mimosín que valiese, ni al Mr. Propper le habían quitado toda su hombría -¡y la españolidad!, muy señores míos- rebautizándolo "Don Limpio".Como si en verdad fuese necesario volver a contar la misma historia, ni así ni de ninguna otra forma. Lo del 2 de mayo ya lo contó Goya en su día y nada más que añadir. Allí estaba todo. Punto en boca. Sobran todas las palabras porque ya estuvieron -y gracias al cielo siguen ahí- todas las pinceladas, las justas, ni una más ni una menos, que lo contaron todo, mejor de lo que nadie lo contará jamás, incluido Reverte.
Pero la industria es la industria, y adherido a ésta, muy de vez en cuando, como un cangrejo ermitaño que siempre hacía pellas, el arte, la literatura. Como hubiese escrito Eli Wallach -si hubiese sabido leer- o el mismísimo Clint Eastwood -previo pago de la recompensa de rigor-: el mundo se divide en dos clases, los que escriben porque cobran por ello -como Reverte, como el publicista iluminado de la frasecita de los cojones-, y los que escriben porque se lo pide el cuerpo, porque no les queda otro remedio, se les acaba el aire, se ahogan , lo echan o revientan, les va el pellejo, es una forma mucho más divertida de emplear el tiempo mientras aguardas el barco de la oscuridad. Que escriben, en suma, los segundos, quiero decir, porque son más ingenuos que Epi pidiéndole a Blas que por favor: "agáchate y alcánzame el jabón, que se me ha resbalado sin querer". Entre los cuales me cuento, por supuesto -aunque sin mariconeos, claro-, y a los que, qué duda cabe, nadie nos paga ni el triste cortado de las ocho de la mañana.Pero tampoco seamos hipócritas, muy poquitos de éstos nos opondríamos al transfuguismo mercenario, no dudaríamos un segundo en desertar y pasarnos a las filas del ejército enemigo en cuanto nos pusiesen en los morros un buen puñado de dólares o una suculenta beca a cambio de una novela todavía por escribir. De modo que -volviendo de paso a una de mis expresiones favoritas- si lo que queremos es hablar en plata: Reverte -o Millás, o Izaguirre o la mismísima Etxeberria- es -y son- a Clint Eastwood lo que aquí el suscribiente -y tantísimos noveles como yo- es -y somos- a Lee Van Cleef. Los primeros se llevan las sacas a reventar de monedas de oro y los segundos caemos al hoyo acribillados de plomo... Llegados a este punto, si hay alguno que no ha visto "El bueno, el feo y el malo" -o lo que es lo mismo, "The god, the bad and the ugly", si es que lo tuyo es la supina pedantería-, así de claro te lo digo: te fastidias; porque en lo que a mí respecta no eres menos analfabeto que ése que se pone delante del ordenador, contemplando la pantalla embobado, y teclea: "Bueno, cuando quieras puedes empezar a trabajar..."
Todavía recibo esporádicos comentarios a mi crítica de la última novela de Reverte no perteneciente al ciclo Alatriste, "El pintor de batallas". Según parece fui el único ser viviente a este lado del Pecos al que el libro -reparo me da llamarlo novela- le pareció poco más que un cagarro de perro en mitad de la acera. Y perdón si me empiezo a poner bruto y algo soez, pero es que ya veis, justo ahora entro en calor, segundo a segundo me voy gustando. En resumidas cuentas, que "El Pintor de batallas" fue un fiasco, piensen tantos lo que piensen en contra de esta opinión, porque yo me he pasado un año entero en una librería -"con cara y ojos", como tanto le gustaba calificarla a su dueño-, y he comprobado cómo la edición de bolsillo del susodicho libro se moría de asco en su expositor. Desde luego, sí, aquí y allá, de tanto en cuando alguno caía, más que nada por coleccionismo y porque la edición de bolsillo le pica menos a nuestra cartera, cabe fácil en el bolso o la mariconera y es cómoda para leer en el metro, el bus o el mingitorio, mientras, ¡gnnñññ!, haces fuerza. Pero ni el menor comentario a favor de la obra: "Reverte ya escribe siempre el mismo libro"; "me gustan más los del Alatriste"; "con lo de la Reina del Sur ya tocó fondo"... Y esto no lo digo yo, esto son palabras que escucharon estas dos, mis orejas, que se han de comer los gusanos.
Después nos salió con los "Corsarios de Levante", una operación, nunca mejor dicho, de auténtica piratería; puesta a la venta justo después del estreno de la película de Alatriste, y además contando una aventura que el mismo Reverte jamás anunció entre las previstas dentro de la serie. Para aprovechar el tirón, vaya. Si es que la película hubiese tenido tirón, pero como acabó siendo un auténtico despropósito -sí, amigos, si clicáis ese link y leéis la "crítica", lo creáis o no, el autor de la misma es, aunque bajo pseudónimo, aquí el menda lerenda-, los corsarios revertianos, tanto en rústica como en bolsillo, pasaron con más pena que gloria por los estantes. De hecho, he de reconocer que disfruté las aventuras de este espadachín hasta su penúltima andanza, la de la puñalada trapera y el jubón amarillo, pero no sé si sería buena idea seguir leyéndolo, la verdad, con la cara del Morttensen ahí, todo el rato molestando, tan nada se parece al Alatriste que yo imaginé, por bien narrada que esté la aventura. Pero después pienso que Alatriste siempre fue un tipo legal, con el que se podía contar, los machos bien puestos y la toledana siempre presta, y que ninguna culpa tiene él, al fin y al cabo, de que su señor padre, don Arturo, se haga confeccionar los trajes con los bolsillos más hondos que anchos.
Y digo yo... ¿Toda esta infumable parrafada a qué venía?... No sé, supongo que es lo que tiene tener algo de tiempo libre después de estar toda la puñetera vida estudiando y trabajando primero; y currando como un esclavo después, hasta los restos, y total para qué: para que tener que esperar seis meses, seis, para que te visite un traumatólogo porque tienes la columna vertebral destrozada tras tanto acarrear cajas que siempre pesan el doble de lo que estipula la legislación. Ahora voy y de pronto me siento libre pero inerme, pistolero sin revólver, los dedos culebreando ansiosamente sobre cartucheras invisibles, hiperactivos los ojos y el pulso y las palpitaciones de una musaraña en ayunas. Al primer sonido inesperado te giras violento, con el gatillo fácil, y al primer infeliz que te pasa por delante, ¡zas!, le descerrajas a bocajarro toda la bilis acumulada durante siete largos putos años condenado a las galeras del trabajo manual. Lo siento, Reverte, en realidad me has caído siempre de puta madre, no es nada personal; piensa que con Etxeberria ni me hubiese tomado la molestia. Eso ya deberías sentirlo como sincera prueba de mi afecto.
El caso es que yo no venía aquí a echar pestes de Le Cynique Cabron, sino en plan Umbral, a hablar de mi libro, pero sin quererlo ni beberlo -llevo aquí no sé cuánto sin consumir más que este miserable café con leche-, empecé en plan Fernán Gómez -que in pace requiescat-, es decir: ¡A la mierda! A la mierda todo; a la mierda los libros, a la mierda los escritores, a la mierda la literatura, a la mierda los editores, y sobre todo y ante todo, a la mierda los libreros que se creen dioses... Debe ser, quizá, porque me va un poco el rollo necrofílico, con el cadáver aún caliente y todo eso, cualquiera sabe... Pero sí, venía a hablar de mi libro, como aquel otro ilustre muerto que hace tan nada se fue en busca del gran quizás. Un libro de poemas que ando escribiendo desde que me autoconvencí de que quien está acostumbrado a ser titiritero, puede a su vez, a poco que se descuide y sin darse cuenta, convertirse en marioneta; juguete al mando de aviesas manos. Un libro de poemas que, por otro lado, empezó muy bien, muy fluido, muy de puta madre, la verdad, pero que de repente se me ha atragantado, justo en mitad del esófago, como el mejor de los Coelhos o una trágica bola de pelo en la garganta de un gato. Vino un día a verme esa ramera que tantos llaman "Inspiración", y fue como una avalancha, un alud de relámpagos negros y cuervos albinos en vuelo picado sobre una manada de circunvoluciones sedientas, abrevando incautas en el lago de la medianía, por entero desconocedoras de la que se les venía encima. Y eso que yo no la había llamado, a la ramera, contratado sus servicios; no. Pero allí me podíais haber visto, ¡Santo Dios!, los poemas no me cabían en las manos; fue como volver a los viejos tiempos, cuando niños y los mazos de cromos repes y el tengui, tengui, tengui, ¡faltiiii!; sólo que ahora se trataba de poemas, cada uno distinto del anterior, unos menores, por supuesto, algunos buenos, eso creo, y la gran mayoría pestíferos, auténtica carne de trituradora de documentos... Al fin y al cabo, si fuese un Verlaine, o un Rimbaud, o ya forzando la suerte, un Whitman, ya a estas alturas sería Ministro de Cultura, como poco.
Poemas... Gran parte escritos en cafés como éste, o en bares de mala vida -y peor muerte-, pero de un beber y un jalar que ni el Montalván cuando sólo comía sopa de sobre. A la siete de la mañana, adictos a la mirada perdida y el carajillo, al diario AS, o al Mundo Deportivo, según el acento al pedir: por favor, ¿que me abres la máquina del tabaco? Porque aunque me repatee el símil, soy como Joyce, un escritor de café. Después paso a limpio -como ahora- y reescribo en casa, pero la primera versión es casi siempre ante blancas tazas de café tatuadas de arabescos y caprichosos posos que nada me dicen acerca del presente por venir.
Ahora ese torrente se ha secado, hace un mes, cinco semanas más o menos, coincidiendo con tenerme que imaginar guardando de nuevo cola ante las oficinas del INEM -aquí en Catalunya lo llaman de otra forma, cierto, pero me la voy a saltar por el morro, no por racismo ni por prejuicio alguno contra el catalán -y lo- catalán, listillo, que ya te veo venir; más bien porque las siglas OTG, qué queréis que os diga, no desprenden ni la mitad de personalidad-. ¿Por dónde andaba? ¡Ah¡, sí, la Inspiración, que se largó con viento fresco, la muy puta, lo que se dice a la francesa, sin mediar palabra, y encima le tuve que pagar los cubatas. Fue un poco como en "Pale Rider" -¿siguen ahí todavía los pedantófilos?-; "El Jinete Pálido", cuando a los mineros los dejan sin arroyo: te has quedado seco, se cerró el grifo, y el libro sin terminar. Te sientes como el minero desgraciado de la película, el que encontró una pepita de oro más grande que su cabezorra, pero de la que no pudo sacar provecho alguno, allí, borracho, bailando al son de los disparos de los jinetes del apocalipsis, vestidos a lo Peckinpah, en espera del tiro de gracia entre ceja y ceja que nos mande a mí y a mi pepita tremenda de áureos poemas a dormir el justo sueño de los actores de reparto.Y, creédme, cuando el grifo se cierra, esa sensación, el bloqueo, es horrible. Te entran ganas de arrancarte de una vez la cabeza e ir a pedir trabajo de doble de escenas de acción en la secuela de "Sleepy Hollow"...
Lo que, por asociación, y ya que nos hemos abandonado a la más desenfrenada orgía de palabras, me trae a la cabeza un debate muy en boga últimamente entre amigos y conocidos, gente del círculo, muchos de ellos con algo -o mucho- que decir sobre esto extraño de la escritura.
¿Bajar o subir el listón? Dis is de cuéstion, mailor. Me explico. Hemos llegado a unos niveles generales de uniforme ignorancia, de heterogénea mediocridad, que, me doy cuenta cada día, los jóvenes de hoy en día no tienen ni puta idea de un montón de referentes culturales esenciales para entender y moverse en el mundo y la sociedad que habitan. Y que conste que me voy a referir sólo al campo que domino, que conozco, el de la cultura, porque el problema es mucho mayor, más grave, y, por ende, cada día más irreversible... En lo que hoy llevo escrito he nombrado actores, películas, escritores, novelas..., casi todos verdaderos clásicos en sus respectivas disciplinas. ¿Cuántos no habrán dejado de leer a las primeras de cambio por no tener repajolera idea de qué les estaba hablando? Y es algo que hago a menudo, lo reconozco, como reconozco que lo seguiré haciendo, no os quepa la menor duda. ¿Tengo yo la culpa de que alguien se acerque hasta aquí para probar a qué coño sabe mi alucinado mundo sin saber quién es el jinete pálido? Por supuesto que no. ¿Significa eso que debo bajar el listón cuanto escribo para que el lector medio -cada vez más y más baja su media- comprenda de qué hablo? Creo que no. o mejor dicho; pienso que no debería ser así. Precisamente porque la industria de la cultura piensa todo lo contrario y se ha encargado, por activa y por pasiva, de "normalizar" a los artistas que subvencionan -iba a decir "compran" pero, como veis, me retengo muy a mi pesar y lo pongo en un inciso-, tenemos la mierda de cultura que tenemos. La cultura que, bien mirado, nos merecemos. Porque la masa es vaga, la masa es cerril; la masa quiere que se lo den todo echo, mascado y remascado, o peor, rumiado. Peores que vacas. Porque ellas acrecientan el efecto invernadero con su estentóreas pedorreras, cierto, pero al menos nos dan leche. Nosotros también damos leche, sí, algunos, pero mucho mejor se nos da a todos -saquemos la leche por arriba o por abajo- envenenar la atmósfera que respiramos con el "efecto verborragia", sin duda más sutil pero mucho más peligroso que el que produce boquetes en la capa de ozono.
Cuando yo me formaba -me autoformaba- como lector, no hace tantos años -no soy tan viejo-, cuando no entendía una palabra me iba al diccionario y la buscaba. Hoy, en cambio, te dicen, si quieres escribir, hazlo, pero escribe llano, escribe sencillo -no se atreven a decir "simple", que es lo que les gustaría-; que el bolsillo del lector no tenga que pagar los cheques semánticos que tu ego extiende...Por esa regla de tres, la obra entera de Gabriel Miró, por poner el primer ejemplo que me viene a la cabeza, ¡deberían ser prohibidas por decreto-ley!... Sólo sé que llevo toda mi puñetera vida leyendo a escritores que mencionaron en sus libros a cantantes y bandas y canciones que jamás he escuchado, de los que no tengo la menor idea, y no por ello abandoné el libro si lo que me estaban contando me interesaba. El mismísimo Maestro Borges, hoy tótem indiscutible en el Hall of Fame de la Alta Literatura, tenía la sana costumbre de sazonar sus relatos con un sinfín de citas y frases en latín, francés, inglés, alemán..., ¡y siempre sin traducir! Borges lo tenía claro: yo no voy a bajar a tu nivel, si acaso sube tú hasta aquí y a lo mejor en el entretanto hasta aprendes algo. De lo contrario quédate ahí abajo. Allá cada cual con las cotas hasta las que está dispuesto a llegar. Ésa y ninguna otra es la cuestión: ahormarse o no.
¡Coño!, si hasta lo estamos viendo en los medios cada puñetero día: Don Juan Carlos quiso recomendarle a Chavez que leyese a Raymond Carver, que era un tío que escribía cuentos de puta madre, y poemas también; buenísimos, créeme, Huguito, compadre, te lo digo yo, palabrita de Rey. Zapatero era el poli malo: se empeñaba en recomendar mierda, mainstram del peor, basura mediática: "No hagas caso, Hugo, ten juiciosidaZ y léete el de aZnar..." Pero Don Juan Carlos quería seguir siendo el poli bueno: "¡Y tú por qué no te callas!", le volvió a recomendar al venezolano. Lo que pasa es que como ya el borbón está mayor y un poco como que se le empiezan a notar los años y la buena vida -que también desgasta lo suyo, oiga- pues se equivocó y no le dijo bien el título, que en realidad es "¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?". Pero Chávez nada, ni que se lo hubiese dicho en arameo: "Yo sólo leo "El Capital", chico; que me lo dejó mi amigo Castro, cuando fui a verlo al hospital"... Dale miel a la boca del burro y le saldrán lombrices por el culo...
Así que volviendo a la magistral obra de Leone -cómo es, señores míos, que a estas alturas de humanidad no se imparten en las enseñanzas secundarias una asignatura de Historia del Cine (o del Comic), igual que las hay de Literatura, Arte, Música, o incluso Religión?-, podríamos volver a dividir el mundo, esta vez el de los escritores, en dos: de un lado los que cobran por lo que escriben pero no escriben lo que querrían -y sobre todo y ante todo, no escribe tacos, ya se encargan sus editores de recordárselo-; y del otro lado los que no cobramos un miserable euro pero escribimos lo que nos sale de la punta del pijo cuando nos sale de la punta del pijo.
Sí, los que escribimos cosas como "entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem" y nos quedamos tan anchos. Y si resulta que tú, lector, has llegado hasta aquí -que ya es tener paciencia, oye- y no sabes a qué carajo estoy haciendo referencia; pues una de dos, o te espabilas y sigues buscando oro en el seco arroyo de tu alma, o bien lo dejas estar y mejor enciendes la tele y te pones a mirar cómo humillan en público a las aspirantes a modelo 2000n; o bien te pones a ojear la revista de tunning del mes, según orines de pie o sentada; quién sabe, a lo mejor con semejante bagaje hasta le podéis añadir un par o tres de tortuosas líneas a vuestro currículum espiritual... Total, tampoco os preocupéis demasiado; en las Tiendas Berska sólo les interesa que no seas un feto malayo y tengas -y enseñes- ese buen par de domingas que Dios te ha dado; y en el PricaFour que tengas la espalada sana y los músculos fuertes para acarrear cuantas más cajas por hora, mejor. Que sepas por qué "lo esencial es invisible a los ojos" o "qué pronto en la vida es demasiado tarde", a tus jefecillos de la Hermandad del Puño cerrado, como a cualesquiera Jefes de Gobierno de este cochino planeta, les importa -les importáis- un bledo.
Para acabar por hoy os transcribo un pasaje de una novela de uno de los mejores escritores que ha dado la lengua castellana, Manuel Vázquez Montalván:
"¿Han visto ustedes películas de Hollywood mejor o peor promocionadas por siniestros productores liberales y dirigidas por no menos siniestros directores salvados de la Gran Depuración, en las que aparecen zafios millonarios tejanos, parafascistas, sanguinarios, tragones, jodedores y despreocupados? Pues me ahorran la descripción de mister H y me brindan la oportunidad de decir dos palabras sobre teoría literaria. Aunque suene a digresión, es el momento de valorar lo que ha hecho la cultura de masas por las reglas de la comunicación. Si yo les digo que míster H es una mezcla de Rod Steiger y King Kong, me ahorro tres capítulos de cualquier novela del todavía inédito escritor madrileño Juan Benet y casi una novela entera de Robbe-Grillet. (...) Al oír esta cantidad, Rod Steiger se transformó rápidamente en el Orson Welles de míster Arkadin".
Al final acaba siendo todo tan sencillo como tener el justo sentido común para saber cuándo se debe volver a puerto a buscar un barco más grande... Que el mundo, y ahí está lo terrible -a la vez que maravilloso-, tenga siempre que acabar dividido en dos clases de personas: por ejemplo, las que han leído "Yo maté a Kennedy", y las que nunca lo harán.
16 comentarios
Javi -
toda una casualidad que menciones el poemario póstumo del viejo Hank, pues estos días lo estoy releyendo y espero poder dedicarle un post en breve.
Te escribo.
sergi -
ante todo, disculpa mi silencio pero internet se ha portado últimamente conmigo como tus musas contigo: unos piquitos en la boca pero, de follar, nada. aunque leyendo este (brutalmentebueno) texto no lo parece...
yo ando ahora con "el hombre fulminado", de blaise cendrars, el maestro idolatrado por henry miller, y la verdad es que el libro está de puta madre...
en breve te contesto el mail, pero, en resumen: pues claro.
por cierto, comentario a otro post posterior (valga la rebuznancia), el de los poemas finales de carver: hace poco leí "La última noche de la tierra", del amigo hank, su último poemario... tremendos los poemas finales, parecen escritos (de hecho creo que lo menciona) camino del hospital del que ya no saldría. brutal epitafio.
pero vaya... en parte, todo lo que escribimos quienes escribimos tiene algo de epitafio, sospecho...
saludos!
Javier -
Si algún día llego a tan provecta edad como la suya, con ser capaz de soltar, como él hizo, tal cantidad y semejante cantidad de poemas en prosa por centímetro cuadrado de página de una novela policíaca, auténticas y demoledoras, te lo digo yo. O tener a mis espaldas novelas como "Yo maté a Kennedy" o "El estrangulador", ya me daría con un canto en los dientes.
En cuanto a las fotos de un servidor, como veo que están dando más que hablar que mis propias letras, no se preocupen ni uruguayas ni amantes de los cráneos bien proporcionados, que para este año que entra estoy por colgar una recinte, de mi veraniego viaje normando.
Saludos.
child in time -
Javier -
Samuel -
child in time -
Onetti me lo han recomendado mil veces. Es mi asignatura pendiente.
laveron -
Ni Galeano ni Rosencof!!! (ambos me ofuscan). En cambio, le propongo a Onetti, a Felisberto Hernández o a Mario Levrero.
Con respecto al lunfardo, se me ocurre que podés leer a Sábato en Sobre Héroes y Tumbas. Hay un personaje, tano cocoliche que de alguna forma lunfardea el lenguaje, por su propio origen . el lunfardo nace en el bajo, mezcla de lenguaje de inmigrantes italianos y españoles y criollos. Si no tenés todas las letras de tango que se te ocurran.
Gracias por lo de bonita. Y por supuesto que lo de la foto es para TU foto, javi...siempre me has parecido guapo. ya te lo había dicho antes.
child in time -
Cuna además del amigo Galeano y de Mauricio Rosencof ¡Vivan los Tupamaros!
Javier -
Un abrazo grande.
Child, esperaré ese correo, a ver si solucionas pronto lo tuyo. Yo por aquí ando, ya ves, poco más o menos como de costumbre. Gracias por la aclaración, no lo asocié con el bueno de Fernán Gómez (ahí me pillaste). En cuanto a Laveron, por lo que yo sé, y no creo equivocarme, no es un tío, sino toda una mujer, y bien guapa además, para más señas, no argentina -ni porteña- sino uruguaya, de donde el maestro Benedetti... Y menos mal que es así, de lo contrario, -de no ser mujer, quiero decir, y además guapa- su comentario de "siempre bello en las fotos!", no me hubiese sentado tan requetebien, coña!
Yo con los porteños, o mejor dicho, con las pseudoporteñas, no he tenido demasiadas buenas experiencias, de modo que no te puedo ayudar. Si algún anónimo -y porteño- lector de este ártico lugar está dispuesto a ayudarte...
Un saludo.
child in time -
Por otro lado y aprovechando que Laveron anda por estos lares, que lo sospecho argentino, os pregunto por si conocéis de algún escritor que escriba en lunfardo. Ando a darle vueltas a un personaje porteño en mi cabeza y estoy a ver si me lo saco de la manga y lo plasmo en el folio como a una mosca machacada ¡plas! ¿vos sabés?
laveron -
1) no tengo palabras que agregar
2) las que tengo son de la misma sensación de hastío y decadencia
3) me parece que inspiración todavía te queda. Desde que te conocí en ¿Nosferalia? tenés el mismo problema. Como una especie de madeja enredada con las musas. Y si, es horroroso trancarse pero es es buen síntoma acusarlo.
Consejo: cuando me pasa eso vuelvo a algún clásico. No importa si es la Odisea, El Quijote o La Montaña Mágica. Vuelvo y me sumergo.
Yo estoy tb. sin "curro" y no puedo comprar libros, lo que me produce angustia pero tb. una sana vuelta a los ídolos a los que hay que trepar, como decís vos. Por ejemplo, estoy por segunda vez con el Ulises y me maravillo de cosas, que cuando lo leí por vez primera, no había ni picado.
Un saludo Javi!
(siempre bello en las fotos!)
Javier -
child in time -
¡Señoritoooooooo! ¡Señoritoooooooo!
Javier -
Un abrazo, elemento!
Samuel -
Y tienes razón, lo bueno para quién quiera degustarlo.